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María Teresa Linares habla de Benny Moré

21 de agosto de 2014

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Para un extenso programa que cierta ocasión dedicamos a Benny Moré (Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos, Las Villas, 24 de agosto de 1919-La Habana, 19 de febrero de 1963)  la musicóloga María Teresa Linares Savio (La Habana,1920) nos concedió una entrevista, cuyos aspectos más relevantes ponemos hoy a consideración de los lectores de nuestra sección.
Benny Moré

En el caso de Benny Moré debemos valorar una serie de factores que le permiten mantener vigencia, principalmente en América Latina y el Caribe.
Hay que analizar, en primer lugar, entre sus dotes personales, su inigualable y portentosa voz, que  llegaba a planos agudos y graves con  gran facilidad y belleza melódica y, asimismo, contenía los elementos del sonero, del bolerista  popular.
Pero este genial artista también se empapó de una serie de rasgos correspondientes a la música popular tradicional. Se conoce que su familia, incluido él, pertenecía a un cabildo de negros congos, que tienen  formas peculiares de cantar y están presentes en obras interpretadas por Benny.
En su primera época de esplendor artístico, él  se impregnó, además, del filin, que empezaba a desarrollarse. Fue un magnífico intérprete de es tendencia musical, basada en una serie de rubatos, de adelantos o retrasos  de la métrica vocal con respecto al acompañamiento musical, algo que Benny haría magistralmente.
Debemos valorar, por otra parte, cómo Benny escogía obras de compositores que iban a verlo y, a partir de su intuición, seleccionaba aquellas donde existía un valor que él pudiera desarrollar, lo cual lograba con un éxito total. Por eso, canción cantada por Benny nadie más la ha podido decir de otra manera que no sea como lo hiciera el llamado «Bárbaro del Ritmo». Por ejemplo, ¡Oh, vida!, de Yáñez y Gómez,  todo el mundo ha tenido que cantarla siguiendo su interpretación. Quiere decir que, como hombre de pueblo, tuvo la facultad de impregnarse de lo más valedero de la música popular e interpretarla de esa forma única que lo hizo.
La condición de único, o sea, que no tiene sustituto, se ha aplicado a varias figuras de nuestro arte. Se le ha dado a Rita Montaner, Bola de Nieve, Esther Borja…. a figuras que, como Benny, tuvieron esa facultad de recoger una serie de  elementos musicales e interpretarlos con su personalidad,.
Es común el criterio asombroso de que no sabía música. Pero yo opino que era muy músico, que era musicalísimo, pues, de lo contrario, no hubiera poseído esa capacidad para asimilar los diferentes estilos presentes en la música cubana. Esto hay que verlo con respecto a su repertorio: él cantaba bolero, mambo, afro, guajira, improvisaba puntos… Y aunque no existe ninguna grabación suya cantando música africana, debe haberlo hecho; desde niño tiene que haber cantado música yoruba, tiene que haber estado muy vinculado a esa raíz de nuestra cultura.
Sin embargo, ella  no participó en su proyección artística, no aparece en sus grabaciones. Pero está implícita en su música y dentro de su expresión de la música  popular. Esa forma de impostación de su voz —aguda y nasal— está presente en la música campesina, en la afrocubana y en el son. Para ser sonero hay que cantar como Benny. No se puede cantar de otra manera. El son, el bolero, el mambo que cantaba Benny Moré y que él interpretó con todos esos elementos de estilo que recogiera de los antecedentes musicales de  su familia, de su pueblo, de toda Cuba, nadie ha podido expresarlos como él.
Por eso pienso que por muchos años tendremos a Benny como definición de una identidad y una época que aún tiene mucho porvenir. Pienso que con él vamos a tener un fenómeno como el de Carlos Gardel cuando la gente afirma: «Carlitos cada día canta mejor».

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