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Entre el fuego cruzado

19 de mayo de 2014

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Cuando se analiza el tema afgano, tanto lo que representó para ese país el gobierno talibán como lo sufrido en la última década de ocupación norteamericana, hay que tener en cuenta que ese conflicto, con casi todos sus componentes, también ha afectado y afecta al vecino Paquistán.
Tan es así que datos actuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que un 10% de los 182 millones de habitantes de Paquistán sufren patologías sicológicas, agravado por la existencia de solo 300 siquiatras en todo el país.
¿A qué se debe tan alto por ciento de afectados?
Muy sencillo, el trauma de la guerra, la violencia tribal y el  fuego cruzado a que se expone la población en los enfrentamientos entre las fuerzas militares y los grupos talibanes, son exponentes a los que se suman, cada vez en mayor grado, los reiterados bombardeos de los drones norteamericanos, de los que resultan blanco fundamentalmente las poblaciones civiles.
En la norteña provincia paquistaní de Jyber Pajtumjwa existe un estado de guerra generalizado que ha obligado al desplazamiento de miles de sus habitantes, los cuales deambulan ahora por territorios cercanos.
El asesinato de niños y mujeres constituye una pesadilla para hijos y otros familiares que sufren alucinaciones sobre las distintas escenas en las que vieron morir, muchas veces despedazados por las bombas, a sus más cercanos familiares.
Tras la invasión y ocupación por las fuerzas norteamericanas del territorio afgano en el año 2001, muchos talibanes han cruzado la frontera y se han refugiado en zonas paquistaníes.
Unas 73 562 familias han sido desplazadas en los últimos años solo en la zona de Jyber Pajtumjwa.
Ese estado de inestabilidad social, sicológico y de vulnerabilidad total, que acompaña a un alto por ciento de la población paquistaní, parece agravarse por la falta de solución real a conflictos que tienen su basamento en las pésimas condiciones de vida y de salud de millones de seres humanos.
Ahora, cuando Estados Unidos dice que concluirá este año su presencia militar en Afganistán, vale analizar cuánto podría repercutir esta acción en el regreso de los grupos talibanes que viven en Paquistán.
La conclusión es obvia, queda demostrado que con guerras e invasiones no se solucionarán nunca los conflictos étnicos, religiosos y tribales que datan de siglos.
Una alternativa pudo haber sido la de dedicar los miles de millones de dólares que ha costado esa guerra a realizar acciones para dar de comer tanto a afganos como a paquistaníes necesitados.
Ahora las tropas norteamericanas salen literalmente derrotadas y dejan allí, en Afganistán, un conflicto sin resolver y una gran herida abierta que también ha afectado a Paquistán, y solo se puede sanar con la inclusión social que haga disminuir el hambre, el analfabetismo y la falta de trabajo; además de facilitar la inversión para desarrollar a países que tanto lo necesitan.

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