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Caos en Ucrania

4 de abril de 2014

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Las últimas informaciones recibidas de Ucrania no hacen más que confirmar que, tras las revueltas auspiciadas por Estados Unidos y la OTAN, el país se desliza hacia una situación grave de orden público y gobernabilidad. No es un fenómeno nuevo, pues similares consecuencias ya se han experimentado en otros países que fueron víctimas también de la intervención imperial, quedaron prácticamente destruidos en lo material y en lo moral y sufren hasta hoy la realidad de inseguridad y muerte al parecer indetenible hasta el momento.

Ucrania -según noticias recientes-, no podrá escapar al terrible cuadro que acompaña a las intervenciones imperiales tanto de manera directa como a través de sus mercenarios como se ha hecho patente en Afganistán, Irak, Libia y en la guerra de destrucción que llevan a cabo contra Siria.

El centro de Kiev está siendo escenario de enfrentamientos sangrientos entre diversas facciones que participaron en la revuelta contra el gobierno constitucional y ahora pasan factura y aspiran a cuotas de poder y otros privilegios alegando su papel crucial en los desórdenes, ocupación y fechorías de la Plaza Maidán, donde se concentraron.

Estos vándalos se alinean mayoritariamente dentro del llamado Sector de Derechas y de las Autodefensas de Maidán, ambos grupos cuyo desarme inmediato ha sido ordenado por el Parlamento, que los acusa ahora de “empleo de armas ilegales que han causado muertos y heridos”.

Por otra parte, representantes de ambas facciones violentas se han enfrentado entre sí en pleno centro de la capital, originando tiroteos y desmanes. Ello provocó que el ministerio del interior del régimen de facto ordenara a la policía rodear y desalojar al hotel Dnipro, que había sido convertido en cuartel del Sector de Derechas desde el mes de febrero, donde ocuparon armas y explosivos.

La situación llegó a su punto culminante con la muerte a tiros de Alexandr Muzichko, uno de los más activos cabecillas de ese grupo, de la cual acusan Arsén Avákov, ministro del interior, y dio origen al asalto a la Rada (Parlamento) por parte de estos elementos, que interrumpieron violentamente la sesión parlamentaria y exigieron la destitución de Avákov.

Resulta evidente que en Ucrania se ha sembrado la semilla del terror y el vandalismo, siguiendo el libreto aplicado ya en otros países por parte de Estados Unidos y la OTAN, y que estamos a las puertas de algo peor, si allí llegan a aplicarse las recetas y reajustes que han decidido el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea. Asistimos actualmente al preludio de lo que seguramente ocurrirá, cuando la población comience a sentir los efectos nefastos del neoliberalismo exacerbado, en medio del desorden generalizado.

No es casual que el 80 por ciento de los militares ucranianos emplazados en Crimea hayan decidido permanecer en esa península tras su incorporación a Rusia y solo 4 mil hayan optado por retornar a su país de origen.

Todo indica que para Ucrania se inicia una difícil etapa caracterizada por inestabilidad y caos.

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