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Alberto Juantorena y la hazaña irrepetible

28 de marzo de 2014

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juantorena1Fue la suerte o un mal día de entrenamiento lo que alejó al santiaguero Alberto Juantorena Danger definitivamente del baloncesto y lo situó sobre una pista de atletismo. El muchacho tenía excelentes condiciones para el deporte y su elevada estatura, cercana al metro con 90 centímetros, llamó la atención de los entrenadores que lo captaron para la Escuela de Perfeccionamiento Atlético; pero las canastas no acababan de gustarle al espigado joven.

Ya había participado en algunos torneos nacionales; sin embargo, casi nunca era regular en el equipo de Oriente. Así que un día apareció un entrenador polaco, Zigmunt Zabierzowski quien era el responsable de los corredores de la preselección nacional cubana y le pidió a Juantorena que le diera una vuelta al estadio capitalino “Pedro Marrero”. La buena marca registrada convenció al europeo de que tenía en sus manos a un verdadero talento.

El encuentro entre Zabierzowski y Juantorena se produjo en marzo de 1971. Un año después el muchacho ya era parte de la delegación que intervino en la Olimpiada de Múnich.

A la capital económica de la entonces República Federal Alemana arribó Juantorena sin muchas esperanzas de avanzar en su evento favorito, los 400 metros planos. Tenía solo 22 años y un mundo por delante. En Munich no pudo pasar de las semifinales y concluyó en la quinta posición, con un discreto tiempo de 46,07 segundos.

El fracaso en Munich no le quitó el sueño a Zabierzowski. Alumno y profesor se esforzaron más y en 1973 llegó el primer gran triunfo de Juantorena en una competencia internacional: la medalla de oro en los Juegos Mundiales Universitarios, efectuados en Moscú. A partir de ese momento el nombre de Juantorena se hizo sentir con más fuerza y ya en los Panamericanos de México, en 1975, salió como uno de los favoritos para el título; pero terminó con la medalla de plata en los 400 metros.

Durante la primera parte de su carrera Juantorena prefirió esta distancia, considerada básicamente como de velocidad. Quizás por eso sorprendió a muchos que, en 1976, el cubano también hiciera incursiones en los 800 metros. Mezclar los entrenamientos de estas dos modalidades no parecía una decisión acertada ¿Quién tendría razón? El tiempo daría la respuesta y de una convincente manera.

En los 800 metros los expertos no le auguraban grandes resultados y algunas personas criticaron la inclusión de Juantorena en los dos eventos durante la Olimpiada de Montreal. “Se cansará y no podrá rendir al máximo en los 400 metros”, argumentaban y había cierta lógica en ese razonamiento. No obstante, se mantuvo la idea inicial y fue inscrito en las dos distancias.

Juantorena comenzó su camino olímpico en Montreal por los 800 metros planos y logró clasificarse, sin grandes problemas, para la final que se efectuaría el 25 de julio. Los más serios contrincantes del cubano eran el norteamericano Wolhutter y el belga Ivo Van Damme. Ambos tenían mejores marcas y Wolhutter, incluso, era recordista mundial.

El cubano fue ubicado en la quinta carrilera y durante los primeros 200 metros se mantuvo detrás de Wolhutter, hasta que tomó la delantera del grupo; sin embargo, un desconocido, el indio Singh, quiso dar la sorpresa y cruzó primero al cumplirse los 400 metros. Juantorena no perdió tiempo y acabó rápidamente con el dominio del indio. Un poco más atrás, Wolhutter guardaba fuerza para intentar destronar al cubano en los metros finales. Juantorena comprendió la idea de su rival y apresuró su paso. Se sabía vencedor y entró con los brazos en alto, en señal de victoria. El tiempo fue espectacular: un minuto, 43 segundos y 50 centésimas, récord mundial y olímpico.

Wolhutter no pudo aguantar y finalizó en la tercera posición, superado por Van Damme, el primer hombre que se acercó a felicitar al nuevo campeón.

Apenas un día después de este triunfo, Juantorena volvió a las pistas para las eliminatorias de los 400 metros. Pocos le ofrecían oportunidades en esta distancia, por el lógico cansancio acumulado. Ese cansancio apareció en las dos series clasificatorias y el cubano pasó mucho trabajo para avanzar. Por fortuna para él, hubo descanso de un día y esto le permitió afrontar la semifinal con nuevos bríos. Las horas extras devolvieron a un Juantorena diferente y el triunfo, con un buen tiempo de 45,10 segundos, aumentó la confianza del atleta en sus posibilidades.

En la final, Juantorena fue ubicado en la segunda carrilera y sus grandes contrarios eran los norteamericanos Herman Frazier y Fred Newhouse. En Cuba, millones de personas pudieron seguir la carrera a través de la televisión. La señal llegaba vía satélite, pero el audio solo mediante el teléfono. Sonó el disparo y los dos estadounidenses comenzaron delante; mientras, a tres metros, los seguía Juantorena. Newhouse era el favorito y dominó la carrera en los primeros 300 metros.

Juantorena  descontó, poco a poco, la desventaja con Newhouse y lo rebasó a menos de 80 metros para el final. Nunca antes un ser humano había ganado los 400 y 800 metros en una Olimpiada. Nadie más ha logrado hacerlo.

La tercera participación de Juantorena en una Olimpiada se produjo en Moscú 1980. Las lesiones lo habían golpeado con dureza. Además, tenía ya 30 años y el cuerpo no respondía de la misma forma. El boicot de varios países a los Juegos moscovitas no permitió que el atletismo tuviera la misma fuerza que en citas anteriores; pero Juantorena no pudo volver al podio de premiaciones y culminó en la cuarta posición de los 400 metros, con un tiempo de 45,09 segundos.

Luego de la decepción de Moscú, Juantorena demostró, en los Juegos Centroamericanos  de La Habana, en 1982, que todavía era un corredor exitoso. Ante su público conquistó el título en los 800 y todavía se recuerda su remontada en la final del relevo de 4 x 400 metros. Juantorena era el encargado de cerrar; pero recibió el batón con una enorme desventaja, de más de 30 metros, frente a sus más fuertes rivales, los jamaicanos. Sin embargo, el veterano levantó a todos los fanáticos de sus asientos en el estadio “Pedro Marrero” y sobrepasó, cerca de la línea conclusiva, al jamaicano para darle a Cuba otro título.

La última participación de Juantorena en una gran competición internacional ocurrió en 1983, en la primera edición del Campeonato Mundial de Atletismo, efectuado en Helsinki, Finlandia. Sus 33 años pesaron más y, luego de pasar a la segunda ronda, sufrió una lesión en un pie y se tuvo que retirar del evento. Así terminó su historia, aunque no su contacto con el deporte rey, al que sigue vinculado como directivo.

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