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En nada cuenta la salud

10 de marzo de 2014

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Como el cuento de la Buena Pipa, que nunca termina, así es el de la Coca Cola y su poder para maniobrar y seguir haciendo lo que le venga en gana en aras de más y más ganancias, no importa que se demuestre la nocividad de algunos de sus ingredientes.
Los cuestionamientos a la empresa de refrescos que más vende en el mundo se diluyen tras años de litigios, e incluso hacen pasar malos momentos y embrollos a quienes la cuestionan.
Así fue hace pocos días en Argentina, donde dio a conocer un comunicado que salió publicado en casi todos los diarios del país, exactamente con el mismo texto, en el que querelló penalmente a dos directivos de Aguas Danone de Argentina y uno de Euro RSCG Buenos Aires, por lo que calificó de competencia desleal, al acusarlos de que diseñaron y ejecutaron durante casi dos años una campaña masiva de desprestigio en Internet contra el agua Dasani, que pertenece a Coca Cola.
Pero esa bravuconada en territorio argentino, no la pudo hacer en Gran Bretaña, cuando tuvo que retirar a la Dasani, después que se descubriera en su contenido niveles ilegales de bromuro que aumentarían el riesgo de cáncer. La empresa la había anunciado como “una de las aguas más puras del mercado”, a pesar de que un artículo en la revista The Grocer señalaba que su fuente era agua tratada del grifo de Londres.
En Cuba, como muchos conocen, no hay distribución de Coca Cola, pero nada se ha perdido. No tomo refrescos, y en la niñez prefería los nacionales, como la achampanada Bella Matancera (que se distribuía desde Matanzas a Ciego de Ávila) y la camagüeyana Piñita Pijoán, cuya fórmula ha permanecido en secreto, pero nadie la cuestionaba, como sí le ha pasado al mayormente impune pulpo norteamericano.
Sus altas dosis de azúcar no benefician, pero sí hacen muchos adictos. El uso del aspartamo -edulcorante no calórico sustitutivo del azúcar en la Coca Cola Zero- puede resultar cancerígeno si se consume en altas dosis.
Los tentáculos de Coca-Cola son tan alargados que, en el 2012, una de sus directivas, Ángela López de Sá, alcanzó la dirección de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, y se las apañó para evitar acusaciones sobre el aspartamo, algo parecido con lo que había hecho Vicente Fox, quien era ejecutivo de la empresa norteamericana cuando llegó a la Presidencia de México.
Pero dejemos este continente y miremos a Asia, donde aun los tribunales indios están recibiendo denuncias y quejas relacionadas con el denominado escándalo Pesti-Cola, que afecta a la susodicha y a Pepsi Cola.
Todo empezó con el informe de la organización no gubernamental Centro para las Ciencias y el Medio Ambiente, que halló niveles de residuos de pesticidas más altos de los permitidos en once refrescos de esas marcas.
El hecho provocó protestas y manifestaciones de los consumidores contra Coca Cola y Pepsico (el principal producto de la Pepsi Cola) en las ciudades de Lucknow, Allahabad, Patna y Ahmadabad.
Esa ONG analizó 57 muestras de once marcas de refrescos de Coca Cola y Pepsico que incluían, además de sus productos estrella, las bebidas Pepsi Caffechino, Mirinda de naranja y de limón, 7 Up, Fanta, Mountain Dew, Tums Up, Limka y Duke Lemonade.
“El estudio encontró restos de pesticidas en todas las muestras”, en las que había un ‘cocktail de entre tres y cinco pesticidas’ con unos niveles de media 24 veces superiores a los permitidos por la Junta India de Estándares, explica el informe.
Según este estudio, una botella de Coca Cola comprada en la ciudad de Calcuta excedía el nivel permitido del pesticida Lindane en 140 veces, mientras que en otra distribuida en Bombay los niveles de Neurotoxina Clorpirifos eran 200 veces superiores al límite establecido.
También se encontraron rastros de otros productos, como el Heptaclor, prohibido en la India, del que aparecieron residuos en el 71% de las muestras.
Específicamente, las plantas embotelladoras de Coca-Cola redujeron drásticamente el suministro de agua potable, llegando incluso a secar pozos de pobladores locales, mientras vertía cadmio, cromo y otras sustancias cancerígenas en el medio ambiente.
Según el periódico norteamericano, The Nation, al igual que muchas otras corporaciones, Coca Cola está focalizada en el beneficio económico para sus accionistas, respetando poco y nada la salud de los consumidores o el medio ambiente.
Cierto que lo ingerido en exceso provoca daño a la salud, pero en la Coca Cola trasciende, subrayo, porque algunos de sus elementos advertidos en su “fórmula secreta” son adictivos, como la propia cola y la cafeína, y en general todos estos refrescos están sobrecargados de azúcar y fructosa, que aumenta el riesgo de contraer obesidad, diabetes, problemas cardíacos y otras enfermedades crónicas.
Muchos comentarán, como se hace también cuando se habla de ciertas marcas de hamburguesas, que quisieran también mayor oportunidad de probarlas, o no hacen caso de los probados daños al organismo humano.
Y es que es muy difícil de combatir un ente que como la Coca Cola, compra conciencias, maneja personalidades públicas y gasta anualmente cuatro billones de dólares en publicidad para mantener una buena reputación.

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En nada cuenta la salud

Arnaldo Musa

Como el cuento de la Buena Pipa, que nunca termina, así es el de la Coca Cola y su poder para maniobrar y seguir haciendo lo que le venga en gana en aras de más y más ganancias, no importa que se demuestre la nocividad de algunos de sus ingredientes.

Los cuestionamientos a la empresa de refrescos que más vende en el mundo se diluyen tras años de litigios, e incluso hacen pasar malos momentos y embrollos a quienes la cuestionan.

Así fue hace pocos días en Argentina, donde dio a conocer un comunicado que salió publicado en casi todos los diarios del país, exactamente con el mismo texto, en el que querelló penalmente a dos directivos de Aguas Danone de Argentina y uno de Euro RSCG Buenos Aires, por lo que calificó de competencia desleal, al acusarlos de que diseñaron y ejecutaron durante casi dos años una campaña masiva de desprestigio en Internet contra el agua Dasani, que pertenece a Coca Cola.

Pero esa bravuconada en territorio argentino, no la pudo hacer en Gran Bretaña, cuando tuvo que retirar a la Dasani, después que se descubriera en su contenido niveles ilegales de bromuro que aumentarían el riesgo de cáncer. La empresa la había anunciado como “una de las aguas más puras del mercado”, a pesar de que un artículo en la revista The Grocer señalaba que su fuente era agua tratada del grifo de Londres.

En Cuba, como muchos conocen, no hay distribución de Coca Cola, pero nada se ha perdido. No tomo refrescos, y en la niñez prefería los nacionales, como la achampanada Bella Matancera (que se distribuía desde Matanzas a Ciego de Ávila) y la camagüeyana Piñita Pijoán, cuya fórmula ha permanecido en secreto, pero nadie la cuestionaba, como sí le ha pasado al mayormente impune pulpo norteamericano.

Sus altas dosis de azúcar no benefician, pero sí hacen muchos adictos. El uso del aspartamo -edulcorante no calórico sustitutivo del azúcar en la Coca Cola Zero- puede resultar cancerígeno si se consume en altas dosis.

Los tentáculos de Coca-Cola son tan alargados que, en el 2012, una de sus directivas, Ángela López de Sá, alcanzó la dirección de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, y se las apañó para evitar acusaciones sobre el aspartamo, algo parecido con lo que había hecho Vicente Fox, quien era ejecutivo de la empresa norteamericana cuando llegó a la Presidencia de México.

Pero dejemos este continente y miremos a Asia, donde aun los tribunales indios están recibiendo denuncias y quejas relacionadas con el denominado escándalo Pesti-Cola, que afecta a la susodicha y a Pepsi Cola.

Todo empezó con el informe de la organización no gubernamental Centro para las Ciencias y el Medio Ambiente, que halló niveles de residuos de pesticidas más altos de los permitidos en once refrescos de esas marcas.

El hecho provocó protestas y manifestaciones de los consumidores contra Coca Cola y Pepsico (el principal producto de la Pepsi Cola) en las ciudades de Lucknow, Allahabad, Patna y Ahmadabad.

Esa ONG analizó 57 muestras de once marcas de refrescos de Coca Cola y Pepsico que incluían, además de sus productos estrella, las bebidas Pepsi Caffechino, Mirinda de naranja y de limón, 7 Up, Fanta, Mountain Dew, Tums Up, Limka y Duke Lemonade.

“El estudio encontró restos de pesticidas en todas las muestras”, en las que había un ‘cocktail de entre tres y cinco pesticidas’ con unos niveles de media 24 veces superiores a los permitidos por la Junta India de Estándares, explica el informe.

Según este estudio, una botella de Coca Cola comprada en la ciudad de Calcuta excedía el nivel permitido del pesticida Lindane en 140 veces, mientras que en otra distribuida en Bombay los niveles de Neurotoxina Clorpirifos eran 200 veces superiores al límite establecido.

También se encontraron rastros de otros productos, como el Heptaclor, prohibido en la India, del que aparecieron residuos en el 71% de las muestras.

Específicamente, las plantas embotelladoras de Coca-Cola redujeron drásticamente el suministro de agua potable, llegando incluso a secar pozos de pobladores locales, mientras vertía cadmio, cromo y otras sustancias cancerígenas en el medio ambiente.

Según el periódico norteamericano, The Nation, al igual que muchas otras corporaciones, Coca Cola está focalizada en el beneficio económico para sus accionistas, respetando poco y nada la salud de los consumidores o el medio ambiente.

Cierto que lo ingerido en exceso provoca daño a la salud, pero en la Coca Cola trasciende, subrayo, porque algunos de sus elementos advertidos en su “fórmula secreta” son adictivos, como la propia cola y la cafeína, y en general todos estos refrescos están sobrecargados de azúcar y fructosa, que aumenta el riesgo de contraer obesidad, diabetes, problemas cardíacos y otras enfermedades crónicas.

Muchos comentarán, como se hace también cuando se habla de ciertas marcas de hamburguesas, que quisieran también mayor oportunidad de probarlas, o no hacen caso de los probados daños al organismo humano.

Y es que es muy difícil de combatir un ente que como la Coca Cola, compra conciencias, maneja personalidades públicas y gasta anualmente cuatro billones de dólares en publicidad para mantener una buena reputación.

 

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