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¡Qué horror!

27 de febrero de 2014

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Pensaba yo, equivocadamente, que ya no existía aquel furor depredador y fascistoide de cuando se desintegró la Unión Soviética y en la casi totalidad de los países que un día se llamaron socialistas, se echaron abajo los monumentos históricos.
No podré entender nunca, que entonces y ahora se echen por tierra, en pedazos, estatuas veneradas y respetadas por décadas, por constituir símbolos de grandes hazañas, batallas memorables o jefes militares y políticos que han sido íconos para muchas generaciones.
¿Qué estudiarán los nietos, bisnietos y tataranietos de millones de padres que durante años alzaron banderas que ahora se entregan o se dejan de admirar como siempre se enseñó en familias y escuelas?
Ucrania vive esos días que, para los medios occidentales son de euforia por la destrucción de un poder y su suplantación por otro, sin abundar en que este último llegó por la fuerza, los grandes incendios de ciudades y la debilidad de quienes debieron defenderlo.
Estatuas de Vladimir Ilich Lenin con categoría de patrimonio conferido por la Unesco y de otras personalidades soviéticas fueron destruidas. Y esto es imperdonable.
¿A dónde irá a parar la memoria histórica de esos países? Me pregunto y no encuentro respuesta alguna.
La agencia española EFE, por ejemplo, reporta que otra imagen de Lenin fue derribada en la madrugada del martes en Ucrania, esta vez en la localidad de Fastiv, en las afueras de Kiev, lo que supone el enésimo acto vandálico contra la memoria del padre de la Revolución Rusa.
La estatua, de seis metros, fue derribada por un grupo no identificado con ayuda de una polea mecánica y un cable de acero, informó la policía.
Ya el pasado 8 de diciembre, en medio de una manifestación contra el presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, un grupo de ultranacionalistas simpatizantes del partido “Svoboda” derribaron una escultura dedicada al fundador de la Unión Soviética en pleno centro de Kiev.
La formación dirigida por Oleg Tiagnibok, uno de los tres líderes opositores que encabezan las protestas contra Yanukóvich, defiende el desmantelamiento de todos los monumentos que honren personajes y gestas de la época soviética.
Esto ha motivado que, desde el inicio de las manifestaciones, casi tres decenas de conjuntos escultóricos que fueron colocados para conmemorar el apoyo de la entonces URSS a la liberación de Ucrania, fueran derrumbados.
En Rusia, un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores expresa “indignación por la campaña para derribar monumentos que continúa en ucrania”. Y exige a las nuevas autoridades ucranianas que detengan esos abusos.
De igual forma, los directivos de Moscú manifestaron “indignación” por el derribo del monumento al mariscal de campo Mijaíl Kutúzov, comandante del Ejército ruso durante la guerra contra la invasión napoleónica.
Uno de los últimos de estos actos violentos fue el desmantelamiento de una estrella roja que por años existió en la  cúpula del Parlamento ucraniano.
Ante tantos hechos que tratan de negar y sepultar la memoria histórica, no puedo más que exclamar el ¡horror! por semejantes acciones al peor estilo del extremismo y el fascismo.

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