Homenaje a Habana Radio: Choco múltiple

26 de febrero de 2014

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Estrella Díaz

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Choco, Eusebio Leal, Galería Carmen Montilla, Habana Radio

Fotos: Alexis Rodríguez

 

Desde el pasado 28 de enero y hasta el venidero viernes, en la galería Carmen Montilla se exhibe una cuidada y reveladora  exposición que el artista de la plástica Eduardo Roca (Choco) le regaló a Habana Radio en su 15 cumpleaños.

La muestra incluye las siguientes obras: El abrazo (colagrafía, 108 x 70 cm, 2013); La bailarina (colagrafía, 67 x 50 cm, 2012); Cupido (colagrafía, 83 x 60 cm, 2008); Juego de cabeza (colagrafía, 74 x 60 cm, 2012); Olor a piña II (colagrafía, 95 x 44 cm, 2014); Rogación de cabeza ( 90 x 74, cm 2013); Juego de cabeza (escultura en bronce, 42 x 48 x 23 cm, 2013); La bailarina (escultura en bronce, 55 x 20 x 9 cm, 2013); El abrazo, (escultura en bronce, 58 x 18 x 9 cm, 2013); Intimidad (escultura en papier mache, 130 x 27 x 21 cm, 2013); El beso (plato cerámico, diámetro: 46 cm, 2013); Mujer de perfil (plato cerámico diámetro: 46 cm, 2013; S / T (plato cerámico, diámetro: 46 cm 46 cm, 2013); Hombre comiendo melón (plato cerámico, diámetro: 46 cm, 2013);  Juego de cabeza (plato cerámico, diámetro: 46 cm, 2013) e Instalación colagráfica (dimensiones variables, 2013).

Es una muestra en la que el artista combinó instalación, caligrafía y cerámica; tres técnicas que alterna y complementa a partir de un discurso único y coherente para hablarnos de sus preocupaciones más íntimas.
En conversación con el espacio Luces y sombras, Choco afirmó que “Habana Radio es una emisora culta, que tiene programas excelentes y que ha logrado reflejar todo lo que acontece en La Habana vieja: uno es fiel a lo que es bueno”, dijo.
En otro momento del diálogo este maestro de las artes visuales de nuestro país,  subrayó que desde sus tiempos iniciales se sintió atraído por el volumen: “desde que comencé a estudiar las artes plásticas en la Escuela para Instructores de Arte, el volumen me interesó mucho y esa motivación continúo durante mi paso por la Escuela Nacional de Arte (ENA). Recuerdo el impacto que  tuvo en mí el mural de cerámica que está en el Hotel Habana Libre realizado por el maestro Alfredo Sosabravo; El carro de la Revolución me conmovió  por los volúmenes, por las texturas, por los espacios llenos de tonalidades y los relieves repletos de momentos que entran y salen”.

Insistió en que varios amigos a lo largo de los años lo invitaron a hacer “algo en cerámica e insistían en que mi obra tenía muchos puntos de contacto con la cerámica.  Hace unos cinco años, empecé a incursionar en la cerámica y en estos momentos estoy ilusionado por las posibilidades y la grandeza que le ha aportado a mi obra. Mi despertar a la escultura se lo debo a mi gran amigo y hermano Alberto Lezcay quien me incluyó en un proyecto titulado El vuelo del bronce, desarrollado en Alemania. Allí estuve alrededor de un mes y así comenzó mi incursión en la escultura.  Ese fue el inicio y he continuado trabajando con un grupo de muchachos muy talentosos de Santiago de Cuba y estoy fundiendo allí mis bronces que parten de obras que he hecho en colagrafía y, posteriormente, las he llevado a la tridimensión”.

Para los no especialistas: lo que haces aquí, en tu taller del Sol en La Habana vieja, es la obra en papier maché y, posteriormente, se lleva funde en Santiago de Cuba…
“Así es, pero tanto me está aportando la escultura que ya siento que está influyendo en el grabado y también en la pintura. En los últimos dos años estoy trabajando estrechamente con un joven que se llama Serguei y que todo el mundo lo conoce como ‘el rusito’ que es un gran técnico y me ha aportado soluciones casi mágicas. De conjunto con él estoy haciendo unos platos cerámicos que son muy elogiados y aceptados.

 
¿No hay, entonces, ninguna ruptura entre la obra bidimensional y la tridimensional?
“No tengo ninguna contradicción con eso: al revés, creo que fortalece la obra. Hay algo muy curioso y es que en estos platos cerámicos he abordado algunos temas que había hecho en mis etapas iniciales como son los cortadores de caña y los recogedores de frutas. Sinceramente, no siento ninguna separación en relación lo que hacía hace unos treinta años y lo que estoy haciendo hoy.

Tu tema —y así lo has repetido en varias ocasiones— es el hombre, su drama, la cotidianeidad ¿seguirás moviéndote en torno a ellos o habrá algún cambio en los años futuros?
“Estoy pensando acércame más al componente místico que tiene el ser humano, pero va ser muy difícil que me separe de la figuración aunque he hecho varias piezas —como Escritura mecánica— que se inclinan hacia la abstracción. En esas obras he manipulado la colagrafía, pero no desaparece totalmente la figuración. Sin embargo,  siento que hay una búsqueda en cuanto a matices, colores que van dando la idea de la compenetración que hay con las religiones de origen africano que, en definitiva, son parte importante de nuestra cultura. Por otro lado, considero que tengo un marcado vínculo con el arte abstracto: esas imágenes son las que tengo en mi cabeza; si analizas con detenimiento una figuración mía es, casi, una condensación muy apegada a lo abstracto. Por ejemplo, si la obra se fragmenta hay partes que son puro abstraccionismo.

 
¿Proyectos internacionales para el 2014?
“Realizará una exposición en Tijuana, México, en la que llevaré algo de cerámica; en el mes de marzo en Manhattan, Nueva York, haré un trabajo conjunto con el Grupo Antillano y laboraré un tiempo en uno de los talleres neoyorkinos más importantes y a fines de este año tengo otro proyecto en Boston.
“Los norteamericanos han sido muy admiradores y respetuosos del arte que se genera en Cuba; ellos sienten que, a pesar de todos los problemas, en nuestro país hay una creatividad y una diversidad increíbles y eso se extiende, también, al terreno de la música y la danza. Pero, esta admiración por el arte cubano contemporáneo tiene sus antecedentes: en Estados Unidos siempre se apreció la obra de René Portocarrero, de Antonia Eiriz, de Servando Cabrera y de Wifredo Lam: ahí están nuestras fortalezas.
“En Estados Unidos hay en estos momentos una gran admiración por el arte cubano; durante los primeros años de la revolución no se conocí lo que se estaba haciendo aquí, pero en la medida en que ha pasado el tiempo, esa situación ha ido cambiando. Al aumentar la posibilidad de vernos unos a los otros y realizar intercambios sistemáticos la perspectiva ha variado. Esos encuentros han dado más vitalidad al arte cubano.
“El año pasado estuve impartiendo cursos en la Universidad de Carolina del Norte que, por cierto, tiene un museo maravilloso que atesora obras importantes de la gráfica cubana —carteles de cine fundamentalmente— y me quedé francamente impresionado; tal y como ellos tienen invadido el mundo con la Mac Donald, nosotros tenemos que intentarlo invadir con buen arte. Potencial tenemos”.