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Soberanía popular birlada

27 de enero de 2014

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Ni consulta al pueblo, ni posibilidad de que este reaccione ante una propaganda que lo duerme y una realidad que lo deprime de tal manera y lo limita a la lucha por la subsistencia, así veo a un México anonadado por una corrupción que facilita cada vez más el camino a la entronización del neoliberalismo.
Ello forjó el camino para una impensada desnacionalización energética durante décadas, pero que hoy se hace ver como la panacea que facilitará el más rápido desarrollo del país y el crecimiento del índice del Producto Interno Bruto, en el que, realmente,  la propiedad privada, tanto extranjera como nacional, aprovechará los avances tecnológicos con el fin de incrementar su riqueza y, si acaso, dejar migajas, salpicaduras, para la empobrecida mayoría.
Lo más triste de todo es que habrá ignorantes que estarán agradecidos, porque los hayan dejado vivir, no importa el incremento de la explotación.
Si el grado de corrupción fue factor decisivo para facilitar que el petróleo dejara de ser el orgullo del nacionalismo mexicano, con dirigentes administrativos y sindicales permeados hasta la médula,
una burla constituyó el hacer caso omiso de una izquierda que llamó correctamente a una consulta popular acerca del peligroso paso, en tanto los medios controlados mayoritariamente por los partidarios de la nacionalización disfrazaron al peligroso lobo de manso cordero.
Así se eludió a preceptos  de la Constitución, que constituye el reflejo de los procesos históricos y políticos, y de las luchas sociales.
Es decir, todo este andamiaje neoliberal muy bien montado
y disfrazado viola el principio de soberanía, que es no solo atributo del Estado, sino fuente de su legitimidad, la cual facilita su acatamiento por los ciudadanos.
Pero en el caso de la nacionalización del petróleo y otras reformas que han ido caminando por igual trillo se está sometiendo a una comunidad que no ha sido consultada.
O sea, que se reaiizó el más grande despojo a México, después de haber perdido la mitad de su territorio en el siglo XIX, con solo la mencionada oposición de unas fuerzas de izquierda que contrastó con la apatía de la mayoría de una población, que no es inherente a la idiosincrasia del pueblo mexicano, sino, como apuntara la colega Laura Bolaños en el periódico Por Esto!, “es producto de un largo, sostenido y exitoso trabajo… No se debe solo a los últimos nefastos treinta años; es el corolario de todo un sistema de gobernar que ha sido la base de la permanencia en el poder de las fuerzas contrarrevolucionarias”.
Y a pesar de la difícil situación, llena de optimismo, por la combatividad que acompaña su quehacer intelectual, la consideración del veterano político mexicano Porfirio Muñoz Ledo, de que “la consulta popular es todavía un cauce institucional… La cerrazón de sus opositores evidencia su talante impositivo.
No podemos rendirnos. Este capítulo no está definitivamente cerrado. Es, sin duda, una inmensa tarea social, pero hay que afrontarla unitariamente y con toda determinación”.

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