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Familia como fuente de salud

10 de enero de 2014

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El papá, la mamá, los abuelos, los hijos con sus matrimonios que también son nietos, y los hijos de estos que además de ser hijos, son nietos y bisnietos; en fin, una familia cualquiera, puede ser la suya o la de su amigo o amiga, la del vecino o la del compañero de trabajo, cualquiera que sea, este grupo de personas que la conforman resulta un elemento de gran importancia en nuestra vida, sobre todo, porque tiene que ver bastante con el estado de salud individual de cada uno de sus miembros, porque la familia, sin lugar a dudas, es también, una fuente de salud…
La familia no es una sumatoria de personas, sino un sistema, un grupo humano que no se puede ver de forma individual y con un carácter personológico. La familia hay que verla en su verdadera dimensión grupal y colectivista, con una dinámica determinada.
Así tenemos que un bosque no es una simple suma de árboles, ni una escuela es una suma de aulas, pupitres, libretas, lápices y cuadernos, sino que un bosque o una escuela es algo más que esa simple sumatoria. Igual sucede con la familia.
A veces expresamos que una familia está enferma o que estamos en presencia de una familia sana. No podemos hablar nunca de una familia enferma o sana, la familia puede ser funcional o disfuncional, porque precisamente, de su  funcionalidad dependerá en gran medida su esencia, su razón de ser, por ello, tampoco podemos hablar de curar a una familia, sino de cambiar, de promover cambios en su funcionalidad.
En muchas ocasiones pensamos que la funcionalidad de una familia depende de un culpable individual. Es habitual decir, fulano o mengana, son los que hacen que esta familia sea una desgracia, de que no sea una familia feliz. Siempre se busca un culpable, pero no hay culpable individual, sino lo que denominamos pauta interactiva. El síntoma de uno de sus miembros es el emergente, quién nos avisa, es la vía en que se comunica que algo grave está sucediendo en la familia, por ello no podemos hablar de un culpable individual, sino de lo que está sucediendo a nivel interactivo en el grupo familiar.
La tarea esencial de la familia es darle un sentido adecuado a la vida de cada uno de sus miembros. ¿Cómo podemos lograrlo? La capacidad de cada individuo de extender su sí mismo, sin negarse, para permitir el crecimiento del otro,  es dejar crecer, al mismo tiempo de dejarse crecer a sí mismo, y con ello, está potenciando el crecimiento en su familia.

¿De qué factores depende la funcionalidad de la familia?

Depende de dos factores fundamentales: su estructura y su dinámica. La estructura se refiere a la composición de la familia, a la jerarquía y a los papeles que desempeña cada uno de sus miembros. La dinámica se refiere al logro de la cohesión, de una simbiosis adecuada entre sus miembros. Toda familia tiene un potencial de riesgo desde su composición; pero no es determinante. Lo que determina en última instancia su funcionalidad en cuanto a estructura, será, la adecuación de los papeles y jerarquías.
De estos papeles y jerarquías, y de cómo pueden repercutir en el funcionamiento familiar, estaremos hablando la próxima semana, pero no queremos terminar, sin reiterarles, que la familia no es una simple sumatoria de personas, es mucho más que eso, y la esencia de esta categoría social, que llamamos familia, depende de forma absoluta de su funcionamiento, o de su funcionalidad como suele llamársele en los últimos tiempos.

Por último, el estado de salud individual, de cada uno de los miembros de la familia, dependerá de esa funcionalidad, porque precisamente, el estado de salud, es bienestar, satisfacción, es ese sentirse bien, y es precisamente dentro de la familia, donde más se puede determinar el logro del mismo.

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