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Cubanos Cepedistas en Costa Rica

7 de enero de 2014

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Carlos Manuel de Céspedes, primer presidente de la República de Cuba en Armas

El primer grupo de inmigrantes cubanos que dejó huella en Costa Rica fue impulsado la guerra de los Diez Años (1868-78).
En la primera mitad de la década de 1870 llegaron a Costa Rica, lo que el periodista e historiador Armando Vargas Araya ha denominado el núcleo germinal cepedista: Jorge Milanés Céspedes, Ramón Fornaris Céspedes y José María Céspedes Orellano. Los tres formaron parte del movimiento revolucionario desde posiciones cercanas a su iniciador Carlos Manuel de Céspedes, primer presidente de la República de Cuba en Armas. Abogados los tres, eran portadores de los ideales libertarios que los habían movido en Cuba a luchar por la independencia y el establecimiento de una república liberal.
En Costa Rica gobernaba Tomás Guardia, que impulsaba un proceso de liberalismo macondiano típico de nuestros países latinoamericanos en el siglo XIX. Un proyecto de modernizar la sociedad sin abandonar totalmente la mano caudillista. Guardia había manifestado sus simpatías con la lucha del pueblo cubano.
La nación centroamericana entonces contaba con 150 mil habitantes y se desperezaba de una vida de ambiente aldeano.  En la década del 40 había iniciado su despegue económico cuando inició sus exportaciones de café hacia Europa. En 1844 se inauguró su universidad de Santo Tomás y 1860 en San José se abrió la primera librería .
Por estas razones los cubanos encontraron tan buena acogida en Costa Rica. Ramón Fornaris Céspedes desempeñó como educador en las ciudades de Cartago y Puntarenas. Mientras que Milanés Céspedes y Céspedes Orellano ocuparon cátedras en la Universidad de Santo Tomás.
Orellano, como se le acostumbra a identificar, era Dr. en Derecho y licenciado en Filosofía y Letras y había sido catedrático en la Real y Literaria Universidad de La Habana. En Costa Rica se le considera el verdadero introductor del positivismo en el país. Fundador la Sociedad Científico-Literaria, desde el aula universitaria contribuyó a la formación de los hombres que dominarían la política nacional hasta las primeras décadas del siglo XX.
“La patria —escribió Céspedes Orellano— no se constituye por los hombres ni las cosas, sino por las ideas que en nosotros despiertan las cosas y los hombres.”
Por esos años también llegó a Costa Rica otro pedagogo cubano: Rafael Odio Zabala. Había sido intendente de escuelas en Santiago de Cuba y completó su formación en París, Berlín y Bruselas. En San José puso oficina de agrimensor y a él se debe un plano de la capital levantado en 1875. Fue también quien levantó el plano de los terrenos de Mansión, la colonia cubana que fundó Antonio Maceo en 1892.
Odio Zabala provenía de una familia con varios miembros destacados de la masonería en Cuba. Se le reconoce como uno de los revitalizadores de la institución en Costa Rica. En su propia casa en San José funcionó la logia Regeneración N. 6 y en 1898 aparece como uno de los fundadores de la logia Libertad.
Rafael fue el primer Odio que se estableció en Costa Rica y creó una extensa familia con miembros destacados en varios sectores de la sociedad. De ese tronco familiar desciende el presidente de la república Rodrigo Carazo Odio, Ulises Odio Santos, quien fuera presidente de la Corte Suprema de Justicia, el arzobispo de San José, Rubén Odio Herrera y la poetiza Eunice Odio Grave de Peralta, una de las voces más intensas de la literatura del país.
Otros cubanos dejaron huella en el país centroamericano, en primer lugar, el abogado y catedrático Antonio Zambrana Vázquez a quien los costarricenses llamaron EL MAESTRO. Pero eso será tema para otro artículo.

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