Los cien años de la Damisela Encantadora

5 de diciembre de 2013

Cuba, Ernesto Lecuona, Esther Borja, Música, Patrimonio

Por Lino Betancourt Molina / Tomado de CUBARTE

Este 5 de diciembre nuestra Damisela Encantadora está cumpliendo cien años de edad. Ese día del año 1913 sus padres se alegraron en su casa de la calle Corrales No. 80 entre Águila y Ángeles, en La Habana, del feliz nacimiento de una niña a quien pusieron por nombre Esther con el apellido Borja.

Alguna vez se ha publicado erróneamente que nació en el pueblo de Santiago de Las Vegas, confusión esta originada tal vez porque allí residió en su infancia y donde a los dieciséis años debutó cantando las canciones de Ernesto Lecuona Siboney y Noche azul. Su larga carrera de éxitos quedaría marcada para siempre unida a este importante autor y pianista.
Fue Ernesto Lecuona quien le proporcionó en 1935 debutar en el teatro cantando la opereta Lola Cruz, con un libreto del poeta Gustavo Sánchez Galarraga, en el Teatro Auditórium, junto a la soprano Caridad Suárez y a los tenores Miguel de Grandy y Pedrito Fernández. En esa obra Esther cantó el vals Damisela encantadora compuesto por Lecuona especialmente para ella, y es a partir de ese año en que es conocida internacionalmente con ese digno apelativo.
La exitosa vida artística de Esther Borja está llena de importantes momentos que han marcado hitos perdurables en la cultura cubana. Una de sus grandes contribuciones a la difusión de lo mejor de la cancionística cubana fue cuando a partir de 1961 comenzó a conducir y a cantar en el programa de la televisión cubana Álbum de Cuba, primero dirigido por Ernesto Casas y luego por José Ramón Artigas. En ese espacio fueron presentadas personalidades consagradas de la canción y promovidos artistas jóvenes que allí debutaron. Recordamos como en 1967 se transmitió en vivo desde la sede de la Unión d e Periodistas de Cuba (UPEC) la clausura del Primer Foro de la Trova Cubana, donde se presentaron figuras de la canción trovadoresca como el dúo de Hilda Santana y Luz Mustelier acompañadas en la guitarra por el maestro Mario Rudy.
En la radio Esther tuvo también una importante participación en distintos programas donde su voz, unida a veces con cantantes de la talla de Barbarito Diez, Doris de la Torre, Miguel Ángel Ortíz y otros, proporcionaron a los oyentes el placer de disfrutar de voces poco comunes en la radiodifusión cubana.
A finales de los años treinta, Esther comenzó a registrar su voz en discos de 78 RPM para las firmas discográficas Víctor y Columbia, de Estados Unidos; Kubaney, de Cuba, y Alcázar y Alhambra, de España.
Pero hablando de discos, en 1955, Esther —con la participación de los maestros Luis Carbonell y Numidia Vaillán, ambos notables pianistas y gracias a la pericia del técnico de sonido Medardo Montero en Radio Progreso— realizó una serie de grabaciones de canciones de la trova tradicional cubana, donde hizo gala de su insuperable maestría interpretativa al grabar a una, dos y tres voces la canción Longina, de Manuel Corona.
También dejó registrado el bolero La tarde, de Sindo Garay; Rosa roja, de Oscar Hernández; Ya reiré cuando tú llores, de Alberto Villalón; Un paraíso es mi Cuba, de Rosendo Ruiz Suárez; Lágrimas negras, de Miguel Matamoros y el contra canto de Rosendo Ruiz Confesión, a dúo con Doris de la Torre, importante cantante cubana lamentablemente olvidada.
Acerca de las presentaciones de Esther en el extranjero, haría falta un libro para reseñarlas. Comenzó a actuar fuera de Cuba en 1936 cuando junto a Ernesto Lecuona, su hermana Ernestina y Bola de Nieve, marchó a Argentina para presentarse en los mejores escenarios de esa nación. Allí residió durante años, contrajo matrimonio y en mayo de 1939 —fruto de esa unión— nació su única hija, Esther Tato Borja.
En Argentina, Esther alcanzó su consagración y se presentó junto a otros prestigiosos artistas de aquella época como Alfredo Le Pera, Libertad Lamarque y Pedro Vargas. Desde Argentina, Esther se desplazaba a otros países para cumplir contratos en Perú, Brasil, Uruguay y Chile.
También se presentó en programas radiales de radio El Mundo y Radio Argentina. En 1937 apareció en la película Adiós Buenos Aires, donde cantó la conga de Lecuona Para Vigo me voy acompañada en el piano por su autor e Ignacio Villa “Bola de Nieve”.
En 1943 se presentó en Nueva York y allí la escuchó el compositor de operetas Sigmund Romberg, quien la presentó en el Carnegie Hall acompañada de su orquesta y fue tal su éxito que de inmediato fue contratada para realizar una gira por 43 ciudades norteamericanas. Desde 1943 a 1948 Esther continuó artísticamente al maestro Romberg presentando en su voz canciones cubanas.
Nuestra Damisela Encantadora no es olvidada en Cuba pese a su involuntario retiro del público debido a su delicado estado. Ha sido reconocida con importantes distinciones conferidas por el Estado Cubano como la Orden Carlos Manuel de Céspedes, la medalla Alejo Carpentier, la distinción José María Heredia del gobierno de Santiago de Cuba y la condición de miembro de honor de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; pero sobre todo, Esther Borja es recordada por su pueblo como una artista eminentemente unida a su cubanía que ha puesto al arte de la Isla en las más altas cumbres del mundo.
FUENTE CONSULTADA:
—Martínez Rodríguez, Raúl. Ellos hacen la música cubana. Editorial Letras Cubanas. 1998.