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Bloqueo 2013 (II): No pueden borrar la esperanza

23 de octubre de 2013

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Un año más. Una cifra que suma otros cientos o miles de millones de dólares a una ignominia ya cincuentenaria. Una aberración a la que Cuba responde con valentía y con otras cifras que, aunque no sean tan millonarias, engrandecen a una población que tiene lo que falta a quienes nos bloquean.
El daño económico ocasionado al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo norteamericano supera la astronómica cantidad de un billón 157 327 millones de dólares. Y no se trata de números fríos, sino de una aplicación cada vez más ascendente y voraz de una política criminal contra un pueblo que NUNCA ha sido una amenaza para Estados Unidos; que NUNCA ha invadido o atacado a otro país; que NUNCA ha creado bases militares en el extranjero, ni cárceles secretas; ni centros de torturas en territorios ocupados.
Y para los que dudan sobre la aplicación del bloqueo por parte del presidente Barcak Obama, solo digamos que el 10 de febrero del 2012 decidió prorrogar una vez más la Ley de Comercio con el Enemigo. En este caso, es obvio, el enemigo es Cuba.
También Obama mantuvo la inclusión de nuestro país en la espuria lista de naciones que patrocinan el terrorismo, a sabiendas de que en esta isla y desde esta isla, jamás se ha preparado a terroristas ni se ha enviado a estos a poner bombas en otras naciones.
Sin embargo, lo que está claro es que tanto Obama como sus antecesores, han pensado —si es que piensan— que continuando y fortaleciendo el bloqueo, incluyendo a Cuba en listas fabricadas en Washington o en Miami y dando la espalda al reclamo internacional de que se ponga fin a esa política genocida, van a debilitar o hacer colapsar la Revolución.
Y es bueno que en días como estos, en que nuevamente en la ONU se exigirá por la inmensa mayoría de países y gobiernos del mundo que Estados Unidos ponga fin a tan criminal política; se conozca qué ha hecho Cuba para bien de su pueblo y de toda la humanidad.
Fue en el año 2000 cuando Naciones Unidas se trazó, con el visto bueno de todos los gobiernos del planeta, emprender acciones verdaderas para alcanzar 15 años después lo que se ha llamado Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Las metas eran claras y ambiciosas; pero a la vez imprescindibles:
Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Lograr la enseñanza primaria universal. Promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer. Reducir la mortalidad infantil. Mejorar la salud materna. Combatir el VIH SIDA, el paludismo y otras enfermedades. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo, entre otras.
La Cuba bloqueada y vilipendiada por el imperio, es uno de los pocos países que ha cumplido con creces muchos de los Objetivos del Milenio.
Una esperanza de vida de 77,97 años, una mortalidad infantil inferior a 4,6 por cada mil nacidos vivos y la materna de 21,5 por cada 100 000, ponen a nuestro país en el grupo de vanguardia a nivel mundial, con muchos indicadores que superan a las naciones ricas del llamado Primer Mundo.
Es el nuestro de los pocos estados con un sistema de salud masivo, de alta calidad y totalmente gratuito, accesible a todos los ciudadanos, no importa su afiliación política o la religión que profesen.
La UNESCO tiene a Cuba en el número 14 de la lista entre los países con mayor índice de desarrollo educacional, mientras en el resto del mundo, según la propia organización hay 743 millones de adultos y 98 millones de jóvenes que son analfabetos.
En Cuba, a pesar de todas las dificultades económicas acrecentadas por el bloqueo, la población no pasa hambre, indicador en el que se labora intensamente para mejorar año tras año.
Mientras, en este mundo lleno de guerras y agresiones, hay 842 millones de seres humanos que pasan hambre y 1 200 millones que viven o mejor dicho, mal viven en la extrema pobreza.
En este contexto y en momentos en que el mundo volverá a decir NO al criminal bloqueo que aplica Estados Unidos contra Cuba, la gran verdad es que con o sin esas criminales medidas, lo que no podrán borrar nunca es la esperanza de un pueblo aferrado a su libertad, independencia y dignidad.

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