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La filarmónica de La Habana bajo la batuta de Kleiber (I)

18 de octubre de 2013

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Lo dice Alejo Carpentier: «El mejor elogio que podría hacerse de Kleiber es decir que se trata de uno de los directores más completos de nuestra época. Significa esto que su comprensión de los estilos, su cultura, su prodigiosa inteligencia musical, lo sitúan, con idéntica autoridad, ante los más diversos autores del pasado y del presente. » (…)
«Kleiber, es además, un músico profundamente interesado por la producción de los compositores de América Latina, de quienes ha estrenado innumerables obras, como “La rumba”, del cubano Alejandro García Caturla. »
Nacido en Viena, en 1890, Erich Kleiber, estudió en el Conservatorio de Praga. Dio su primer concierto en Cuba en el teatro Auditorium, el 25 de marzo de 1943, y dirigió como titular, durante tres años, la Orquesta Filarmónica de La Habana, a la que elevó a planos estelares.
Ya para entonces el músico vienés era reconocido como uno de los más grandes directores en el mundo. Se afirma que su genio estaba hecho, a la vez, –según el autor de “El siglo de las luces”- de pasión y de mesura, de conciencia y de ardor, de ciencia y de sensibilidad. Cada interpretación le hacía asumir una actitud distinta ante los textos.
« El director–aclaraba el propio Kleiber- debe ser una suerte de médium, una suerte de “transmisor” del pensamiento de los maestros».
Cierto día, mientras Carpentier paseaba por el Bosque de La Habana, en vísperas de una ejecución de la Novena sinfonía, Kleiber le preguntó:
-¿Sabe usted  cuántas veces he dirigido la Novena en mi vida? ¡198 veces!… Pues bien, creo que solo ahora comienzo a dirigirla bien. Antes, estaba demasiado enamorado de la partitura para poderme dominar ante ella. Me dejaba arrastrar. Ahora conservo toda mi sangre fría. Puedo dirigirla “objetivamente”. Ése es el secreto del arte de todo director: obtener un rendimiento exacto, consciente, medido, de toda materia sonora. Estar pendiente del pensamiento del compositor, sin dejarse llevar por los arrestos personales…
Con apenas 33 años, fue director de la Ópera de Berlín, cargo que era, sin duda, uno de los más importantes para un músico entre las dos guerras. No obstante, en 1935, lo abandona por desacuerdo con el régimen nazi, al que se niega, desde un comienzo, a dejar de interpretar las composiciones de los autores judíos. Su atrevimiento en ejecutar  sinfonías de Mendelssohn le costó enfrentarse incluso al mismísimo Goebbels, «permitiéndose el peligroso lujo de modificar sus programas a última hora, para dirigir alguna partitura prohibida por la estética del régimen».
Esta conducta suya lo obliga a marcharse de Alemania en 1935, rumbo a Argentina. Pero antes de llegar a este país latinoamericano pasa por ciudades europeas, donde la única posibilidad de encontrar trabajo, era la de dirigir zarzuelas.
Así, -lo cuenta Carpentier- ciertos públicos de teatro de zarzuela española pudieron escuchar  ejecuciones particularmente cuidadas de “La verbena de la paloma” y “La revoltosa” sin sospechar que quién movía la batuta en la fosa de la orquesta, era uno de los más grandes directores de todos los tiempos…

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Comentarios



Euda Luisa Toural / 16 de enero de 2014

Hola Ana gracias por visitar nuestro sitio web. Casualmente el domingo 19 en la Plaza de San Francisco de Asís, Silvio Rodríguez amablemente nos regalará un concierto por el aniversario 15 de nuestra emisora, como parte de su gira por los barrios. Estás invitada. También puedes visitar la Basílica Menor de San Francisco de Asís, sitio donde la Oficina del Historiador atesora la música de cámara, allí podrás conocer músicos de tu interés. Buen viaje.

Ana Torterolo / 15 de enero de 2014

Buenas tardes, les escribo desde Uruguay, desde el 20 al 23 voy a estar en la Habana, desde ese día al 27 estaré por otras ciudades y desde el 27 al 3 en varadero. Soy violinista y estoy interesada en ver a la Filarmónica o Sinfónica Nacional... sabrán informarme si en estos días tocan en algún lado? Habrá algún espectáculo de Silvio Rodriguez? Muchas gracias por su tiempo... Los saluda, Ana.-