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Un músico que forma parte de la historia teatral cubana

18 de octubre de 2013

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Cuando se escucha la inmortal canción Una rosa de Francia, nadie puede imaginar que fue creada cuando Rodrigo Prats tenía quince años, pero fue así. A él dedicaré mi comentario de hoy.
Heredero de una tradición familiar de artistas donde el padre (Jaime Prats) era un excelente músico, y la abuela (Elvira Meireles) la más relevante figura del teatro bufo, Rodrigo Prats nació en Sagua la Grande el 7 de febrero de 1909, y comenzó sus estudios de violín en su propio hogar y más tarde, los continuó con los maestros Molina y Torroella, culminando su formación académica en el Conservatorio Orbón de La Habana.
El adolescente de doce años, comenzó a trabajar en la orquesta de Felipe Valdés, para contribuir a la economía familiar, pero ya se había despertado su interés por el escenario, y compuso partituras para pequeñas obras de teatro. Fue por entonces cuando se incorporó como violinista a la orquesta del conjunto teatral de Arquímedes Pous, y a los quince años creó su canción antológica Una rosa de Francia, que ha trascendido las fronteras del tiempo.
Es importante destacar que Jorge Ánckermann -quien fue director musical del  Teatro Alhambra, y escribió infinidad de obras- era tío de Rodrígo Prats, pero su sobrino no se queda atrás en la cantidad de partituras que compuso, aunque una gran mayoría se desconozca.
También es importante recordar su labor junto a Gonzalo Roig quien –según él mismo expresó- fue su maestro en cuanto a la dirección de orquesta. En esa época compuso la música de obras líricas entre cuyos títulos no puedo dejar de mencionar: La perla del Caribe, Soledad, María Belén Chacón, Guamá, El gran desfile, El pirata y Amalia Batista.
Pero la labor de Rodrigo Prats va más allá del teatro lírico, pues fue fundador de la radio y la televisión cubanas, al dirigir las orquestas que actuaron en esos medios
Al triunfo de la Revolución cubana, Rodrigo Prats continuó trabajando para los medios de difusión masiva e, incluso, obtuvo el Premio del Primer Concurso Nacional de Música Popular. También trabajó en la restructuración del Canal 2 de la televisión, junto al maestro Adolfo Guzmán, pero nunca dejó de componer.
Rodrigo Prats también dejó su huella en Teatro Martí, donde durante cinco años, el Grupo que lleva su nombre, ofreció obras que aún permanecen en el recuerdo de los espectadores: El bravo y Voy abajo.

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Como afirmaran sus amigos y fieles colaboradores, Eduardo Robreño y Enrique Núñez Rodríguez, “Rodrigo Prats queda en la historia como un ejemplo de trabajador y de artista, y las generaciones presentes y futuras recordarán sus cubanas melodías”
Dos semanas después de haber musicalizado versos de Nicolás Guillén, y luego de haber terminado un disco de larga duración con la música completa de su obra preferida: Amalia Batista, Rodrigo Prats falleció, inesperadamente, el 15 de septiembre de 1980, dejando un profundo dolor en el corazón de quienes le admiraron. Pero su música permanecerá por siempre en la historia de la música cubana.

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