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Diplomacia firme e inteligente

14 de septiembre de 2013

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No estoy muy seguro que todavía hoy no exista el  peligro real de que Estados Unidos lance un ataque con misiles sobre suelo sirio.
Pero, sin lugar a dudas, Rusia y sus máximas autoridades encabezadas por Vladimir Putin, han dado una muestra al mundo de lo que es la verdadera diplomacia y —muy importante y en primer orden— de firmeza ante un enemigo arrogante y muy comprometido con los sectores más reaccionarios que en el Pentágono apuestan a la contienda bélica.
Rusia fue explícita desde el primer momento en sus advertencias a Obama sobre las consecuencias nefastas de un ataque a Siria y la posible extensión del conflicto a una región de por sí volátil y con una buena cantidad de armas nucleares en manos del gobierno de Israel.
Pero Putin fue más allá de la advertencia y manifestó públicamente que en caso de guerra Moscú ayudaría a Siria.
Paralelamente a esas declaraciones el mandatario ruso envió hacia la zona del Mediterráneo cercana a Damasco, varias naves de guerra con medios suficientes para detectar y neutralizar ataques enemigos, así como para su empleo en defensa propia.
La historia, en todos los casos, tiene ejemplos suficientes del valor de los principios y la firmeza para defender estos, cuando hay enemigos que utilizan la filosofía bélica como única salida a conflictos existentes a decenas de miles de kilómetros de sus costas.
Pero ha sido la diplomacia rusa la autora más sobresaliente para evitar que actualmente el mundo estuviera viviendo una nueva guerra, con actores implicados capaces de incendiar una región completa y con el peligro adicional de que un Israel irresponsable usara su arsenal atómico para cumplir con su deseo hegemónico en esa región, incluyendo a Irán.
La propuesta de Moscú —consultada con las autoridades sirias y con el visto bueno de estas— de que Damasco pusiera sus armas químicas bajo el control  de Naciones Unidas y de que el país árabe se adhiriera al Convenio Internacional para la eliminación de dichos medios, cogió movido a un Obama que había fijado la fecha y la forma en que lanzaría los misiles contra aquella nación.
La “jugada” diplomática y la firme postura contraria a la guerra, más el envío de medios navales con potentes y modernos equipos militares rusos, llamó a la reflexión a más de uno de los que en Washington y en la Europa sumisa a los designios del imperio, ya veían a una Siria destruida y desestabilizada y a una Irán cercado y convertido de hecho en la próxima víctima.
Pero hay que recordar a los acalenturados halcones que gobiernan en Estados Unidos desde sus oficinas del Complejo Militar Industrial y de las grandes Corporaciones petroleras, que tanto Rusia como China saben que forman parte de los apetitos hegemónicos de Washington.
No por gusto el Pentágono inventó e instaló en los alrededores de Rusia su moderno sistema antimisiles que apunta hacia Moscú. Tampoco es casual que con las guerras en naciones del Oriente Medio, Estados Unidos busque, además del petróleo abundante allí, el control estratégico y militar de una zona donde ya ha instalado bases militares de avanzada con los más modernos medios de ataque.
No piense nadie que el argumento del supuesto uso de armas químicas por el gobierno sirio es la verdadera razón del ataque programado por Obama. Recordemos a Bush y sus bárbaras agresiones contra Iraq por la “existencia” de armas químicas en Bagdad que nunca fueron encontradas.
A las semanas de los ataques, cuando ya todo Iraq estaba tomado por militares norteamericanos, entones el presidente Bush anunció a su país que “tales armas no han existido nunca. Fue una información errónea de los órganos de inteligencia”….pero ya la nación árabe estaba ocupada y miles de sus hijos habían muerto en los bombardeos de Estados Unidos y la OTAN.
Hoy, gracias a la diplomacia rusa y a la firmeza de sus principios, así como a la resistencia y el valor del pueblo y las fuerzas armadas de Siria, los planes de Obama y su equipo al menos han sido neutralizados por el momento.

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