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Villa Soberón: la magnificencia de la obra y la modestia del ser

9 de agosto de 2013

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En la tarde de este jueves el Salón de Mayo del Pabellón Cuba abrió sus puertas, sin duda uno de los espacios habituales que promueve el intercambio entre artistas de diversas esferas y las nuevas generaciones, a una de las figuras más representativas de las artes plásticas contemporáneas cubanas; un hombre que difícilmente pueda ser olvidado, pues ha dejado su huella convertida en arte en disímiles espacios públicos del entorno nacional: el escultor José Villa Soberón, Premio Nacional de artes Plásticas 2008.

Esta vez la periodista Magda Resik que conduce el “Encuentro con…” – auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz – fue quien propuso al invitado iniciar el conversatorio realizando un viaje a través del tiempo, una evocación a la niñez y al entorno familiar del creador. Villa Soberón rememoró su infancia en la ciudad de Santiago de Cuba, aunque reconoció que realmente se siente más “guantanamero” porque fue allí donde transcurrió su adolescencia. A la vez explicó que no fue específicamente el entorno familiar el que le propició el acercamiento a las artes, ni en donde nacieron sus inquietudes artísticas: “Siempre tuve una intención marcada hacia las artes y en el tiempo en el que viví en España pude disfrutar de la obra de los grandes artistas cuando visitaba el Museo del Prado. Contar estas experiencias era algo muy especial para un niño santiaguero (…) Posteriormente tuve la dicha, cuando triunfó la Revolución, de que al frente de mi casa inauguraran una pequeña escuela de artes plásticas en la que me matriculé (…) Luego me presenté a las pruebas de ingreso y pude estudiar en la Escuela Nacional de Arte (ENA)”.

Y precisamente, según Villa Soberón,  fue la ENA el centro docente que más marcó su vida porque allí pudo adquirir una noción amplia del arte y así comprender cabalmente la sensibilidad que este despierta en los espectadores y en los propios creadores. Además, por coyunturas históricas, sus profesores fueron los artistas de vanguardia de ese tiempo, algo que, sin embargo, ha cambiado en el panorama actual de la enseñanza artística, y que imprimió un sello de gran envergadura en su formación. Artistas de la talla de Armando Fernández, Enrique Moré y Antonia Eiriz ayudaron a Villa Soberón a descubrir su verdadera vocación en el campo de las artes visuales. Pero fue Moré el que más influyó en su elección por la escultura.

En este sentido, Villa afirmó que lo sedujo, ante todo, la capacidad que tiene la escultura de poder transformar una materia ya sea el mármol, bronce o cualquier otro material en un objeto capaz de guardar una intención determinada, que pueda traducirse en sentimientos, sensaciones, pero lo que más le maravilló es que este objeto fuera real y se pudiera apreciar en las tres dimensiones; “todo eso me resultó muy atractivo”.

Durante la conversación que duró alrededor de una hora también hubo cabida para la polémica, ya que según Villa Soberón ser escultor es un poco difícil debido a múltiples factores como la carencia de los materiales, la monumentalidad de las obras y la dependencia de otros factores para exhibirlas. Pero a la vez, reconoció la relevancia de la profesión, pues muchas de sus obras se han convertido en referentes que ahora forman parte de la cotidianidad de los cubanos.

Villa Soberón actualmente trabaja en un proyecto para materializar una escultura de Nicolás Guillén

Esculturas como la del Caballero de París, la del Benny Moré, la de John Lennon y la de Ernest Hemingway nacieron de las manos de Villa Soberón y ahora son parte del pueblo cubano y su imaginario popular, que ha tejido mitos y leyendas en torno a ellas. Y precisamente uno de las inquietudes que siempre está presente en este creador es la acogida de su obra por parte del público. En este sentido, Villa enfatizó durante el intercambio en la relevancia de pensar, en todo momento, la escultura en armonía con el entorno social: “Ubicar una obra en el espacio urbano es un acto de reflexión, en el que hay que pensar todo detalladamente, desde la elección del material a utilizar hasta cómo vamos a colocarla. Siempre trato de darle mucha importancia a la ubicación porque pienso que es esencial. El escultor cumple con una función social y urbana que influye en el gusto de los habitantes de una ciudad, de lo cual tenemos que ser muy conscientes”.

También durante el encuentro el escultor develó cómo es el proceso de creación de una obra; cómo escoge el personaje a representar y lo enriquece estéticamente, por ejemplo; cuáles son sus materiales preferidos, sus referentes, y las características que para él debe reunir una propuesta para catalogarla como buena. Asimismo, aludió a sus estudios en Praga, a su labor como docente en el Instituto Superior de Arte, del que fue fundador, y a su decisión de apartarse un poco de la creación individual para dedicar sus esfuerzos a la creación colectiva, como parte de la directiva de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.

Casi al finalizar puntualizó que su trabajo y el respeto hacia los demás es lo que le ha propiciado conquistar el cariño de muchas personas. A la vez, especificó que el arte y la cultura en general es lo que más identifica con Cuba y su concepto de nación.

Cuando el público asistente tomó la palabra para interpelar al invitado fueron recurrentes las muestras de agradecimiento y el reconocimiento a su obra, tanto en su dimensión figurativa como en la abstracta en la que se encuentra inmerso últimamente el creador. De ese intercambio surgieron nuevas propuestas escultóricas que el creador quisiera materializar debido a la relevancia de dos grandes figuras de la cultura nacional como Ernesto Lecuona y Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Al concluir el “Encuentro con…”, la periodista Magda Resik destacó que una de las virtudes más hermosas que posee Soberón es la modestia, la cual le ha permitido que su obra crezca sobre todas las cosas y pueda ser conocida por las nuevas generaciones.

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Comentarios



Jose L. Garcia Fernandez / 9 de agosto de 2013

Muy interesante, el articulo, a la vez de ser un reconocimiento a la Labor del escultor, amplia mis conocimientos sobre sus Obras. Gracias.