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Fernando Alonso, se fue a bailar enseñando

29 de julio de 2013

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Por Gólgota

 

 

Suena la orquesta, se abre el telón y… el escenario está vacío, ya no está Fernando Alonso. La orquesta está tocando queda, la música de los ballets más rotundos. Hay un misterio de roces de tules donde la sombra no permite ver, sordos pasos sobre el tabloncillo de este escenario que le conoce.

 


Él creó la escuela junto a Alicia, el llevó el gallardo nombre hasta donde ya no se podía alcanzar. Y luego siguió creando, haciendo las maravillas de niñas y niños que querían bailar, de jóvenes que querían ser Giselle o Carmen o Sigfrido, de hombres y mujeres que soñaban en la danza sus sueños. La Escuela Cubana de Ballet, el Ballet de Camagüey, El Ballet Nacional de Cuba.

 


En una oportunidad le vi llegar a una reunión y vi como los más jóvenes se le abalanzaron llenos de sonrisas y afectos, como van al árbol enorme y copudo de la sabana  las criaturas, en busca de la sombra fresca y edificante. Quedé observando y conmovido, era el Maestro, el dulce genio de la danza que llegaba a repartir su gracia, esa que todos querían tener para sí, incluso yo, que deslumbrado pintaba ese enigma: el ballet.
Otras veces lo veía en el teatro, callado y meditabundo, venerable en su grandeza, inmenso en la noble altura de los que hacen y siguen adelante.
Suena la orquesta y él no está…, se ha ido tras Giselle. Pero hay un misterio de roces de tules donde la sombra  no permite ver, y pasos sordos sobre el tabloncillo de este escenario que le conoce. ¿Se fue a bailar o a enseñar? ¿Quién podría saberlo?

 

 

 

 

El afamado Premio Nacional de la Danza y fundador de la Escuela Cubana de Ballet y del Ballet Nacional de Cuba, Fernando Alonso, falleció este 27 de julio a los 98 años de edad.

Síntesis biográfica

De procedencia burguesa, Fernando Alonso se desarrolló en un ambiente donde se cultivaban la música y el deporte. Fue el hijo mayor del matrimonio de una pianista concertista y un contador de una empresa norteamericana.

En su niñez recibió clases de violín, estudió la enseñanza primaria en un colegio católico, y la secundaria en Alabama, Estados Unidos, donde practicó el fútbol americano y la gimnasia.

Acostumbraba a pasar sus vacaciones de verano en La Habana. En diciembre de 1931 asistió a la primera función de la Escuela de Baile de la Sociedad Pro Arte Musical y quedó prendado del ballet, que, según él: “recogía la música y el ejercicio físico, sus dos pasiones“.

Un año después asistió a la presentación de “La bella durmiente del bosque”, y quedó impresionado por la joven bailarina Alicia Martínez (Alicia Alonso). Su afición por la danza creció cuando su hermano menor, Alberto Alonso Rayneri, ingresó en Pro Arte, al poco tiempo.

En 1935, culminados sus estudios secundarios en Estados Unidos, regresó a La Habana y decidió comenzar estudios de ballet en la Escuela de la Sociedad Pro Arte Musical, presidida entonces por su madre. Allí realizó su debut escénico al año siguiente con el ballet “Claro de luna”, junto a Alicia Alonso, y entre ambos surgió el amor de inmediato. De ese debut se hizo eco la prensa cubana, quien lo describió como un joven esbelto, fuerte y con grandes facultades como bailarín.

A pesar de que su empleo en una oficina comercial británica le producía dividendos, decidió abandonar la estabilidad laboral para dedicarse completamente a la danza. Regresó a Estados Unidos para preparar su matrimonio con Alicia, efectuado en 1937 en la ciudad de New York. Al año siguiente nacería Laura, la única hija de ambos.

En Estados Unidos continuó estudios en la academia del bailarín ruso Mijail Mordkin y bailó con su compañía en giras por el país. Actuó además en Broadway en comedias musicales.

También realizó estudios en la School of American e integró en 1939 el American Ballet Caravan. Al año siguiente integró el elenco del Ballet Theater of New York (hoy American Ballet Theatre), llegó a alcanzar el rango de solista e interpretó como tal “Pedro y el lobo”, de Adolf Bolm y “Tres vírgenes y el diablo”, de Agnes de Mille. Del mismo modo, interpretó el Mercuccio, en “Romeo y Julieta”, de Anthony Tudor, y participó en los ballets de Balanchine, Fokine, Dolin, Nijinska, Massine y Robbins.

Su interés por desarrollar el ballet en Cuba lo hacía regresar a su país cada año, para colaborar con el Ballet de la Sociedad Pro Arte con la interpretación de papeles principales.

Para la Sociedad montó en 1945, junto a su entonces esposa, Alicia Alonso, el ballet “Giselle”, representado en el teatro Auditorium (hoy Teatro Auditorium Amadeo Roldán).

El 28 de octubre de 1948, en unión de Alicia y Alberto, fundó el Ballet Alicia Alonso (hoy Ballet Nacional de Cuba), que dirigió hasta 1974.

Fundador de la Escuela Nacional de Ballet en 1962, fue su director hasta 1968. En ella preparó las bases de la metodología de la enseñanza del ballet cubano y sus primeros planes de estudios, en coordinación con Alicia Alonso y bailarines del Ballet Nacional de Cuba.

Fernando Alonso ha impartido clases en Rusia, Francia, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Estados Unidos, México, Colombia; en las más importantes compañías, escuelas y academias.

En 1975 fue nombrado Director del Ballet de Camagüey y en 1992 de la Compañía Nacional de Danza de México, país en el cual permaneció hasta 1998. Allí alternó su trabajo de director de compañías con el de maestro de diversas instituciones, como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Como bailarín, su última actuación, la realizó en el año 1956 en una función pública en el Stadium de la Universidad de La Habana.

Merecedor de innumerables  premios y distinciones en Cuba y en el mundo, algunos son:

Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte
Orden Félix Varela de Primer Grado
Premio Nacional de Danza, en Cuba
Medalla Conmemorativa del Bicentenario del Teatro Bolshoi de Moscú, en Rusia
Premio Benois de la Danza, también en la capital rusa.

 

(Con información de Cubadebate y EcuRed)

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