Árbol que nació torcido…
9 de octubre de 2025
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Dice el viejo refrán que “árbol que nació torcido, jamás su tronco endereza…” bien pudiera aplicarse tal aserto a las tituladas “Cumbres de las Américas”, o más bien Cumbres contra Nuestra América, organizadas por el gobierno imperialista de Estados Unidos, con el deliberado propósito de reforzar el dominio en franca decadencia sobre su otrora “patio trasero”, nacido al calor de la Doctrina Monroe y otras experiencias menos retóricas concretadas en intervenciones, ocupaciones, agresiones y amenazas del más diverso tipo y a lo largo de varios siglos de expansión y codicia del imperio yanqui.
En el caso que nos ocupa, debemos remontarnos al año 1991 del pasado siglo, cuando los entonces gobernantes de España y México lanzaron la iniciativa de celebración de la inicial Cumbre Iberoamericana, que reuniría sin exclusiones a España y Portugal con sus ex colonias de América para rendir homenaje al Descubrimiento que cumpliría 500 años en 1992, cuando volvería a tener lugar esta vez en Madrid, tal como ocurrió.
Quedaría así constituida una Comunidad Iberoamericana de Naciones, que hasta hoy se mantiene vigente, con altibajos y contradicciones, pero sin exclusiones ni vetos, como suelen aplicarlos e imponerlos los gobiernos imperialistas de Estados Unidos.
No dudaron los mismos imperialistas en considerarla una intromisión en su llamado “patio trasero” y la administración Clinton convocó a la primera de las tituladas “Cumbres de las Américas”, excluyendo a Cuba desde un principio, y esa política discriminatoria y arbitraria se prolongó hasta la Cumbre de 2015, efectuada en Panamá.
En cada uno de tales encuentros no faltaron las voces de gobiernos latinoamericanos y caribeños asistentes que alzaron su voz demandando la inclusión de Cuba y el cese de las exclusiones exigidas por las administraciones de Estados Unidos, exceptuando la de Obama,
Bajo el actual régimen yanqui de Trump se anuncia que estas exigencias imperiales se han ampliado a Venezuela y Nicaragua y que la desgajada Cumbre ya tendría desde su inicio tres exclusiones, pues a Cuba deberán acompañarla estos otros dos países del Alba-TCP y la CELAC, ausentes los tres de la desprestigiada y servil OEA.
Desde muy temprano puede predecirse, por tanto, el carácter de farsa del convite cuando el régimen trumpista, aterrorizado por la posible presencia de estos tres países de Nuestra América digna y soberana que no admiten imposiciones ni extorsiones, los excluye de antemano y les impide asistir.
Los hipócritas defensores de la libertad de expresión parecen temer y temblar antes de escuchar allí algunas verdades que seguramente otros van a decir, a pesar de todas las presiones e intimidaciones que se ejercen sobre ellos.
La Cumbre yanqui contra Nuestra América se vislumbra como un rotundo fracaso.
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