Injerencia imperial unánimemente rechazada
20 de agosto de 2025
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Resulta oportuno recordar que el 29 de enero de 2014, como parte de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), efectuada en La Habana Cuba, se aprobó unánimemente por parte de los 34 países integrantes de esa organización internacional incluyente de todas las naciones independientes del hemisferio occidental, -con excepción de Estados Unidos y Canadá- la histórica y sin precedentes hasta entonces Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, suscrita por todos los jefes de estado gobernantes en esos momentos.
En su Séptimo Capítulo declaratorio y en su exhortación final, expresa “el compromiso de los Estados de la región de guiarse por la presente Declaración en su comportamiento internacional” y a la vez “insta a todos los Estados miembros de la Comunidad Internacional a respetar plenamente esta Declaración en sus relaciones con los Estados miembros de la CELAC”.
La Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz consagró como un éxito, -hasta ahora incomparable con otras regiones del mundo- la vocación y voluntad de paz; el respeto mutuo; la no intervención y la autodeterminación: la cooperación y la solidaridad.
Fue una ratificación explícita de los preceptos de la Carta de Naciones Unidas, promovió el desarme nuclear como parte del desarme general y completo y reiteró que la “unidad en la diversidad” es no solo deseable sino viable y cumplible en todo su alcance y magnitud.
Esta realidad reflejada en la Proclama y aceptada sin exclusión por todos los firmantes, cumplió ya 11 años de vigencia conmemorados en el pasado mes de enero de 2025,y ha logrado vencer la prueba del tiempo y de las dificultades que pudieran surgir en ese transcurso, fundamentalmente a causa de la constante injerencia imperialista de los diferentes gobiernos de Estados Unidos, que no cesan en su absurda arrogancia de aplicar el viejo y desprestigiado principio hegemónico de “divide y vencerás”.
La Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz no es solo instrumento de valor jurídico internacional para ordenar y regular relaciones de todo tipo entre sus Estados firmantes, es también escudo de defensa de la región en su conjunto para cada uno de sus integrantes en particular ante las amenazas, agresiones o pretensiones de intimidación de cualquier potencia extranjera contra la soberanía e independencia de todos ellos.
La Proclama, por tanto, no admite confusiones ni incertidumbres pues es perfectamente clara y concisa en todas sus partes y la Comunidad de Est5ados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) sigue considerándola como uno de sus documentos esenciales plenamente vigente en sus principios y consideraciones.
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