Dizzy Gillespie
18 de agosto de 2025
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Cuando el trompetista Dizzy Gillespie desembarcó por vez primera en La Habana en 1977 —llegó por mar— contaba 60 años. Habían transcurrido ya 29 años desde la muerte violenta del tamborero cubano Chano Pozo y 22 de la desaparición prematura del saxofonista Charlie Parker, figuras ambas a las cuales estuvo Gillespie estrechamente relacionado en el orden profesional. Los tres nombres aquí citados son hoy leyendas reconocidas por su contribución a la evolución del jazz.
De aquella primera estancia escribió hace algún tiempo el periodista Rafael Lam un documentado artículo que nos sirve para recrear la que sin duda fue una significativa presencia en los medios artísticos cubanos.
Gillespie llegó de manera un tanto inesperada, en una suerte de crucero turístico y jazzístico que los amantes del género en Cuba agradecerían por toda la vida. Con él llegaron el saxofonista Stan Getz y la pianista Jo Anne Brackeen, el baterista Bill Hart, además de David Amram y Ray Mantilla; Earl Hines, el pianista Fatha Hines con su
grupo, junto al saxo y clarinetista Rudy Rutherford, el bajista Johnn Orr,
el baterista Eddie Graham y los cantantes Marva Josie y Ry Cooder, este último un artista muy significativo en la promoción internacional de la música cubana.
El concierto, en el teatro Mella, terminó con el conjunto Irakere del maestro Chucho Valdés interpretando junto con Amram, Gillespie, Stan Getz y otros. De base para esta jam session se utilizó muy justamente la pieza titulada Manteca, de Chano Pozo, pues recordemos que el concierto estaba dedicado al percusionista cubano.
El encuentro de Chano Pozo y de Dizzy Gillespie en Nueva York hacia la segunda mitad de la década de 1940 revolucionaría en varios órdenes la sonoridad del jazz. Juntos ofrecieron conciertos en Carnegie Hall, Town Hasll y otras salas generalmente reservadas para la llamada música de concierto, en las cuales se escuchó el sonido de los tambores y las trompetas tal vez como nunca antes, con la fortaleza rítmica de los toques procedentes de África.
En otras varias ocasiones, a partir de 1982, regresó Gillespie por La Habana, en particular como invitado a los festivales de jazz, los conocidos Jazz Plaza, que contaron con su presencia y en los cuales, además de escuchársele y dictar su magisterio trompetístico, contribuyó al desarrollo y establecimiento en planos cimeros de otras figuras talentosas del país.
Dotado de una capacidad de improvisación extraordinaria, Dizzy es considerado el trompetista más importante del jazz, y mucho contribuyó a la popularidad del bebop.
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