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El eterno Tupamaro

18 de mayo de 2025

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No por lamentablemente esperada, dejó de ser conmovedora y golpeante la noticia del fallecimiento de José (Pepe) Mujica, el legendario combatiente revolucionario uruguayo, pero sobre todo  una de las más prestigiosas y respetadas figuras latinoamericanas de los últimos tiempos, que forjó más allá de esas fronteras  una  enseñanza: un valor personal a toda prueba; una claridad de pensamiento y una autoridad moral difíciles de alcanzar en momentos tan convulsos donde el enemigo  imperialista recrudece su labor de confusión, intriga desunión e infamia, desesperado ante la pérdida inevitable de su influencia y capacidad de presión hegemónica.

Pepe Mujica simbolizó el arquetipo que atravesó todas las pruebas: desde el militante de base con todos los riesgos que esta condición supone; hasta presidente de la república, con todos los riesgos de otro tipo que también esta responsabilidad representa cuando se desempeña -como él lo hizo- fiel a los valores y la voluntad del pueblo que lo eligió y lo defendió.

Entre los finales del pasado siglo XX e inicios del actual siglo XXI, Mujica llevó a la República Oriental del Uruguay -de  una forma  otra- a los primeros planos del panorama político y revolucionario de América Latina y el Caribe, no obstante ser posiblemente el país más pequeño de Suramérica, pero pleno de valores intelectuales, cívicos y patrióticos que se encargó de potenciar, otorgándole relevancia y dignidad.

Entre los muchos que pueden ser mencionados en este sentido – como lo fueron Liber Seregni, Rodney Arismendi, Raúl Sendic, Zelmer Michelini. Tabaré Vázquez, y muchos otros- se incluye el nombre inolvidable de José (Pepe) Mujica, desde los días fundadores del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros), hasta los más cercanos días del Frente Amplio, cuando esta organización política ha asumido el más relevante papel de vanguardia y esperanza del pueblo uruguayo, tal como ha sido confirmado en comicios recientes, tanto presidenciales como legislativos y municipales.

En todo ese recorrido de servicio al pueblo está presente Mujica y también en su firme e invariable solidaridad y aliento a la Revolución Cubana, apoyada en los vínculos históricos de José Martí  con el Uruguay, país hermano al que Martí se consideró como un hijo, y al que  representó como Cónsul en Nueva York y brillante delegado uruguayo ante la Conferencia Internacional Monetaria de 1891.

Para el martiano Mujica, el eterno Tupamaro, el recuerdo y el compromiso del pueblo uruguayo y de toda Latinoamérica serán también eternos.

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