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170 años de José Martí: su concepto del odio

24 de marzo de 2023

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Se ha recordado a menudo que Martí hizo del amor la clave de su conducta y uno de los puntos centrales de su particular sentido ético. No es tan frecuente, sin embargo, que su contrario, el odio, haya sido examinado con similar hondura, a pesar de sus numerosas referencias a esa pasión negativa.

Se cita bastante, como prueba de su patriotismo aquella frase que pronuncia Abdala en la pieza teatral de ese título escrita por Martí durante su adolescencia: “El amor, madre a la patria, es el odio eterno a quien la ataca.” Parece plenamente justificado tal juicio para quien ya se sentía un patriota pleno, en los momentos iniciales de la Guerra de los Diez Años. No obstante su probado patriotismo, muy pronto renunció al odio, ni siquiera por esa causa a la que entrego su existencia.

Así, en El presidio político en Cuba, texto que publicó en España durante su primera deportación y en el que narra los horrores físicos y morales que encontró durante su paso por la cárcel y el trabajo forzado en las canteras de La Habana, señaló: “Si yo odiara a alguien, me odiaría por ello a mí mismo.” Y en un texto posterior señala: “Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república.”

Siempre, pues, su opinión se mantiene negativa acerca del odio. “Odiar es quitarse derechos.” “No, no hay perdón para los actos de odio.” “El odio no construye.” “El odio mira como a un criminal a la cordura,” Solo en un caso le parece excusable: “Hay odios excusables, que nacen de una aberración, de una abstracción, de una pasión nacional. A mi ver, que califique esos casos como de odios “excusables, no contradice su rechazo a esa pasión, sino que los entiende como fenómenos más sociales que individuales.

Desde luego, cuando lo compara con otras pasiones positivas, el odio sigue siendo rechazado por Martí: “El cariño es la llave del mundo. Y el odio es un estercolero.” El odio canijo ladra. y no obra. Solo el amor construye.” Y en uno de sus cuadernos de apuntes refiere un odio muy común: “El odio del mezquino al generoso: un odio grande.” Sin dudas, conceptos aparte, el Maestro fue un hondo estudioso del ser humano, de nuestra personalidad, como lo evidenció constantemente en su trato con otras personas, incluso con los patriotas que compartían muchas de sus ideas. Por ello fue que se preocupó por manifestar su rechazo absoluto al odio.

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