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¡Arriba las manos! Esto es un asalto

21 de junio de 2013

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Cuando vemos una película donde hay un asalto a un banco, los bandidos, por muy calmados que parezcan, pueden en un segundo estallar en una conducta emocional incontrolada y disparar, solo cuando alguna víctima hace un movimiento no esperado que rompa el falso equilibrio de quienes están en extrema tensión, y así en otras situaciones también sucede, como en los crímenes pasionales, cuando el hombre mata a  la mujer en un rapto emocional. A este tipo de respuesta llena de exaltación se le llama asalto emocional y ocurre cuando la situación es extrema y provoca una respuesta instantánea, sin permitir que el cerebro pensante logre procesar la información y responder racionalmente porque se bloquea. Después la persona se arrepiente, sintiendo culpa y dice que no sabe que le sucedió, que se le nubló la mente. El asalto emocional puede ser descrito como un secuestro de la razón por parte de las emociones, poniendo en peligro hasta la vida por esta conducta irracional.
Pero no te sientas libre del peligroso asalto emocional porque no eres un ladrón de bancos, ni un peligroso enamorado pasional, porque aunque los ejemplos más ilustrativos son los de asesinatos, también en la vida cotidiana podemos ser asaltantes o asaltados emocionales. Podemos estallar ante el roce de una persona que pasa por nuestro lado, porque es el disparador o lo que es lo mismo, es la gota que colma la copa después de una cadena de problemas consecutivos que hemos tenido. Recibimos un grito descompuesto del colega de trabajo, al cual solo le preguntamos en buena forma sobre un asunto trivial, porque  descarga sobre nosotros la problemática de una discusión matrimonial que le amargó el día.
No obstante que el asalto emocional es de hecho parte de la vida, no es ocioso decir que también puede ser regulados y minimizados por la educación. Así cuando desde pequeño se enseña para responder agresivamente, esta persona va a interpretar todas las señales del medio de manera emocional, teniendo prevalencia la función de la amígdala, no permitiendo desarrollarse la mente racional, por lo que los análisis lógicos prácticamente no van a existir. Estas personas son los que vemos en la calle con una lamentable capacidad para ver agresiones en cualquier estimulo del entorno, por lo que sus respuestas siempre están en la cuerda de la violencia verbal y física.
No se puede menospreciar la capacidad de aprendizaje de las personas desde que somos bebitos y hay que entrenar el pensamiento, el discernimiento para de esta forma poder guiar con éxito las emociones. Si al niño se le enseña a “defenderse a golpes” ante cualquier situación en la escuela y se le dice que no permita que le hagan esto o aquello, ni que le digan, ni que le cojan un lápiz y “si te tienes que fajar, te fajas” seguro es un buen aprendizaje para que sean protagonistas de asaltos emocionales, para que sean personas violentas. Aunque resulta más complicado enseñarle a buscar los por qué, las razones de las actitudes de los demás, a conversar, a dialogar, a mediar, a facilitar acuerdos,  es sin dudas el camino que lleva a un mejor destino. Pero para hacer esto, no se le puede tener temor a la maledicencia de quienes erradamente creen que hablar es de cobardes. ¿Es que vivimos en un mundo de asaltantes emocionales? Hace falta que empecemos a decir  ¡es suficiente!

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Comentarios



Sabino Piedra / 2 de julio de 2013

Quería expresar mi bienestar al leer a esta psicóloga, soy seguidor de sus comentarios y me pregunto por qué no encuentro más escritos de ella, escribe siempre desde un punto de vista positivo y nunca se centra en lo que va mal, me siento contento y con el ánimo equilibrado, se ve que tiene una buena formación como psicología o psiquiatría, no sé cuál es su especialidad, me gustaría intercambiar correspondencia con ella, es realmente muy buena.