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Sociedad que se suicida

28 de octubre de 2022

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La Organización Mundial de la Salud informa que casi 800 000 personas mueren en todo el mundo cada año por suicidio, lo que equivale a una persona cada 40 segundos. A nivel planetario, es la segunda causa principal de muerte entre las personas de 15 a 24 años.

La tasa de suicidios en Estados Unidos aumentó en el 2021, especialmente entre los hombres jóvenes, según datos difundidos este viernes por las autoridades sanitarias, que especificaron que el incremento fue de alrededor de 46 000 en el 2020 a 47 650 el pasado año; así, la tasa por cada 100 000 personas pasó de 13,5 a 14. el año pasado. El incremento más significativo se registró entre los jóvenes de 15 a 24 años (+8%).

A nivel mundial es notable la baja de la tasa de suicidios en China y la India, que contrasta con el aumento en Estados Unidos

Hasta aquí los fríos números, y detrás de ellos se puede indicar que esos suicidios no tienen que ser necesariamente altos en países con grandes necesidades materiales y si pueden serlo en naciones empoderadas con los sufrimientos de los demás.

Miles de personas en el mundo se suicidan cada día por diversas causas, interminables si se abordan solo en la escritura. Pero siempre, por su alto grado de violencia descuella el ejemplo de Estados Unidos, donde se hace notorio entre los soldados que envía el Imperio a agredir países más pequeños y con desventajas militares.

Cuando los sobrevivientes regresan son virtualmente olvidado o no atendidos, mientras quienes fallecen en combate o por su propia mano, los discursos oficiales solo se refieren a que son víctimas de la guerra que se dice es contra el terrorismo, cuando no es más que la lucha del imperialismo para mantener su control de las riquezas del mundo y el alto ritmo de vida de la clase dominante.

Antes de la retirada estadounidense de Afganistán, abundaban las entrevistas de la prensa al servicio de los agresores en los que los militares entrevistados justificaban el belicismo norteamericano.

Un soldado contestó a una cadena estadounidense que “en Afganistán y en Iraq, donde serví, se ve que la gente se hace más independiente. Les dimos más derechos y libertades, otras cosas”. Sin embargo, los medios de comunicación de masas de EE.UU. suelen omitir que entre las “otras cosas” figuran hasta un millón o más de civiles muertos y el aumento de la producción de estupefacientes en el caso de Afganistán, durante la agresión de Estados Unidos y sus sumisos alados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Los especialistas independientes señalan que tales discursos buscan presentar el fracaso como un éxito, pero en realidad las guerras de EE.UU. en el extranjero persiguen objetivos poco definidos como la libertad o la seguridad de manera abstracta.

El ya mencionado regreso a casa es otro aspecto que tradicionalmente suele ocultarse, y es que los propios soldados no encuentran lugar para sí mismos en la vida cotidiana. El veterano Tim Kenney explica que tras pasar un año en la guerra “te conviertes en otra persona”. Diez meses en el frente lo llevaron a estar al borde del suicidio al padecer un trastorno por estrés postraumático, muy común entre los veteranos de guerra.

“Estoy casado y tengo 4 hijos, simplemente no pude encontrar una manera de suicidarme sin que

Mi familia sufriera”, confiesa Kenney a The Washington Post. Sin embargo, muchos soldados no llegan a encontrar esos motivos para seguir viviendo.

Generalmente se ofrecen cifras de suicidios de civiles, pero no son muy exactas las que se refieren a los soldados y veteranos de guerra.

Y es que cualquier medio de la propaganda imperante tiene como meta demostrar que Estados Unidos, además de ser el país más rico y poderoso del mundo, es un remanso de felicidad y el buen vivir, nada más lejos de la verdad, como también lo demuestra que los suicidios de niños y jóvenes no paran de crecer con fuerza en EE.UU., mientras disminuyen significativamente en China y la India.

“Hay muchas razones para sospechar que las tasas de suicidio también aumentarán en este 2022, no solo por el COVID-19, sino porque el estrés y la ansiedad parecen estar impregnando todos los aspectos de nuestras vidas”, dijo Shannon Monnat, codirectora del Laboratorio de Salud de Política, Lugar y la Población de la Universidad de Syracuse.

Investigaciones recientes han documentado aumentos en los niveles de angustia psicológica grave, depresión mayor y pensamientos e intentos suicidas entre los jóvenes. Una encuesta realizada este verano por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades encontró que más de una cuarta parte de los adultos jóvenes informaron haber considerado seriamente el suicidio en los 30 días antes de completar el cuestionario del 24 al 30 de junio.

Lo cierto es que la depresión y la ansiedad afectan mucho a los estudiantes y aumentó en 150% la demanda de asistencia para la salud mental de los niños y adolescentes en esa sociedad que se suicida.

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