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Triunfo pinochetista

5 de septiembre de 2022

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No podía ser más aciago este domingo 4 de septiembre, cuando los chilenos desaprobaron ampliamente (62% por 38%) la nueva Carta Magna que debía sustituir a la dejada por Augusto Pinochet.

Ello fue posible gracias a la reagrupación del espectro de la derecha, una propaganda adversa al documento, cuyo costo se estimó en más de 1 500 millones de pesos; el poder que le daba el control de casi todos los medios de comunicación, el manejo de carabineros y mercenarios contra las demostraciones de apoyo y el hacer obsoleta la divulgación detallada de cerca de 400 artículos que daba el poder real al pueblo, contemplando todos sus derechos.

Los promotores del Rechazo, difundidores de mentiras, llegaron a afirmar que, al declarar a Chile como un Estado plurinacional, la nueva Carta Magna eliminaría los símbolos patrios, la bandera nacional, el himno y el nombre del país, y que los indígenas tendrían su propia justicia penal.

También que se expropiarían los fondos particulares de pensiones y que se estatizarían la salud, la educación y la vivienda, algo absolutamente falso, porque en todas esas áreas habría un modelo mixto, público-privado

Asimismo, se juzgó la labor hasta el momento del gobierno de Gabriel Boris –que no tenía que haber sido así–, que ha incumplido promesas de su campaña electoral y sufrido el embate de decisiones adversas de algunos titulares del gabinete, que no han debido sortear y dar una solución al caso mapuche, las secuelas dejadas por el COVID-19, la inflación con los altos precios de los combustibles y alimentos, y el incremento de la violencia y la expansión del narcotráfico.

Al revés de lo que se esperaba, el “voto obligatorio” no reflejó el apoyo de los jóvenes y la mayoritaria masa de mujeres, más de la mitad de la población.

Ello, por supuesto, no ayudó a derrotar la campaña del Rechazo, que se inició desde antes de que la Convención Constitucional terminara sus labores, el pasado 4 de julio, y en la cual las mentiras jugaron un papel central.

Ahora, Boric se ha comprometido a iniciar un nuevo proceso para cambiar la Constitución, pero tendrá que lidiar con un congreso adverso y conversar con elementos de todo tipo, incluidos ex líderes de los denominados socialistas que rechazaron el documento.

 

VOTANDO CONTRA SÍ

Mientras los vencedores celebraban ruidosamente su triunfo, alegando falsamente o desconocimiento que la nueva Constitución no era inclusiva, lo cierto es que ofrecía cambios y actualizaciones, y también muchos elementos de continuidad.

Le llevó 12 meses a la Convención Constitucional preparar este proyecto de Constitución, que en su borrador final contó con 388 artículos organizados en 11 capítulos.

En su primer artículo, parte de los principios y disposiciones generales, se establece que “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”.

También, que el país “se constituye como una república solidaria”. “Su democracia es inclusiva y paritaria. Reconoce como valores intrínsecos e irrenunciables la dignidad, la libertad, la igualdad sustantiva de los seres humanos y su relación indisoluble con la naturaleza”

De acuerdo con el sitio web oficial de la Convención Constitucional, el documento está basado en diez pilares que reúnen “elementos fundamentales y normas más relevantes”. Estas son sus principales disposiciones y las diferencias con el texto actual.

Democracia – La nueva Constitución se basa en una democracia donde el poder “reside en el pueblo, por y para el pueblo”, y con atención la transparencia, la igualdad, libertad de pensamiento y de expresión.

También contempla, a diferencia del texto actual, mecanismos de democracia participativa, incluyendo la iniciativa popular de ley y la participación de entidades territoriales y los pueblos y naciones indígenas.

Inclusión – Se entiende que Chile es un Estado plurinacional e intercultural, al mismo tiempo único e indivisible basado en la igualdad y la no discriminación.

Por primera vez el texto constitucional consagra derechos para, entre otros, las mujeres, niños, niñas y adolescentes, personas de los pueblos y naciones indígenas, personas con discapacidad, personas de las diversidades y disidencias sexogenéricas.

Tradición institucional – Con base en la actual división de poderes entre el Ejecutivo, en manos del presidente, y el Congreso de Diputados, la nueva Carta Magna marca el fin del Senado, reemplazado por la Cámara de las Regiones, donde cada región contará con la misma cantidad de representantes.

El nuevo Estado también reconoce sistemas jurídicos de los pueblos indígenas, que coexistirán con el Sistema Nacional de Justicia, desmilitariza a las policías y define el papel de las Fuerzas Armadas exclusivamente ante agresiones externas.

 

DERECHOS ESENCIALES

Garantías de derechos – La nueva Constitución consagra derechos esenciales como la salud, la educación, el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados, el derecho a la vivienda, a la alimentación adecuada, el derecho humano al agua y al saneamiento, y el derecho a vivir en entornos seguros y libres de violencia.

También incluye la paridad y perspectiva de género.

Libertad – De acuerdo con el texto, la convivencia democrática se sustenta en el respeto a las libertades individuales y colectivas, y así consagra, entre otras, la libertad de religión, pensamiento, expresión, enseñanza, y la libertad de emprender y de desarrollar actividades económicas.

Igualdad de género – Por primera vez, protege el derecho a una vida libre de violencia de género y los derechos sexuales y reproductivos y el derecho a la identidad, y destaca la perspectiva de género en la justicia, y los principios de paridad y representación política paritaria e inclusiva.

Protección de la naturaleza y el medio ambiente – También por primera vez, consagra los derechos de la naturaleza y el deber especial de custodia del Estado sobre los bienes comunes naturales. Contempla además un catálogo de derechos humanos ambientales, como el derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Y se incluyen normas que otorgan protección a ecosistemas tales como glaciares y humedales.

El texto reconoce, de esta forma, la existencia de una crisis climática y ecológica mundial.

 

REGIONES

Las regiones – La nueva Constitución considera a Chile como un Estado Regional, cuyas políticas públicas son “pertinentes a las necesidades territoriales, adecuadas a las diversas realidades locales”, reconociendo la autonomía de gobiernos regionales, municipios y otras entidades regionales.

También se establece por primera vez la formación por ley de las Autonomías territoriales indígenas, donde los pueblos y naciones indígenas ejercerán derechos de autonomía, en conformidad con el carácter único e indivisible del país.

Proyección a futuro – Al reconocer los desafíos que presentan los avances en ciencia y tecnología, se incorporan el derecho a la participación política digital, a la información, al conocimiento, a la educación y conectividad digital, y a la protección de los datos personales.

También se establecen principios de bioética, subordinando los desarrollos científicos y tecnológicos a la solidaridad, cooperación, responsabilidad y respeto a la dignidad humana, la existencia de los animales y los derechos de la naturaleza.

Economía responsable – Se consagra los principios de responsabilidad fiscal, equidad territorial y el desarrollo armónico con la naturaleza.

También se establece un papel más activo para el Estado, además de “regular, fiscalizar, fomentar y desarrollar actividades económicas”.

Así, se consagran la autonomía del Banco Central y el principio de sostenibilidad fiscal de las finanzas, a la vez que se faculta al Estado a prevenir y sancionar los abusos del mercado y se protegen los derechos de los consumidores.

Con respecto a la minería, se establece que el Estado tendrá el “dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de las minas, independiente de la propiedad sobre los terrenos en que se encuentren situadas”, y que sujetará la exploración y explotación a una legislación que considere su impacto ambiental.

El pueblo chileno, engañado por esa reacción que lo desprecia, votó mayoritariamente contra este documento que lo protegía. Lo bueno es que se va a tratar de rehacer el entuerto, porque es la única manera de hacer realidad lo que soñaba Salvador Allende, lo que cantaba Lucho Gatica en su Chile Lindo.

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