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La nula cosecha de Joe Biden

18 de julio de 2022

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Fue la agencia británica Reuters la encargada de considerar «un fracaso total» el recién concluido periplo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, por el Oriente Medio.

Resume el despacho noticioso recordando que Biden aseguró a los líderes reunidos en la ciudad de Yeda, Arabia Saudita, que su gobierno sigue siendo un «socio activo» en la región. Pero, en realidad, no logró, como se proponía,  su propósito de hacer «una alianza militar», junto a Israel, para enfrentar a Irán.

Y en cuanto a otro de sus objetivos, el convencer al reino saudita de aumentar la producción petrolera para lograr con ello una baja en los precios del combustible, sobre todo en Estados Unidos, lo realmente alcanzado —subir de 10,5 millones diarios a 13 millones, sin fecha fija para ello— parece más bien algo simbólico.

De igual forma, casi  ninguno de los Estados de la zona estuvo de acuerdo con unirse a Estados Unidos en una alianza militar contra la República Islámica de Irán, país que goza de un gran peso político y poder militar en la zona.

Hay que recordar que Joe Biden prefirió exponer las credenciales de su actual viaje a Israel, Arabia Saudita y Cisjordania, cuando, en una entrevista previa, al Canal israelí Channel 12, primero acusó a su antecesor Donald Trump de cometer «un gran error» por «haber salido del Acuerdo Nuclear con Irán» y, seguidamente, con la misma retórica de Trump, aseguró que «Washington, como último recurso, utilizaría la fuerza para detener el programa nuclear iraní».

Al otro día, ya en territorio sionista, el presidente Biden y el primer ministro israelí, Yair Lapid, firmaron una Declaración Conjunta de asociación estratégica, que reafirma los «lazos inquebrantables entre ambas naciones en materia de seguridad y compromete a Washington a garantizar la ventaja militar de Tel Aviv, reforzando sus capacidades de disuasión y defensa ante sus enemigos».

El propio documento, rubricado por ambos mandatarios, asegura que «Estados Unidos tiene el compromiso con Israel de no permitir nunca que Irán disponga de un arma nuclear, y que está dispuesto a utilizar todos los elementos de su poder nacional para garantizar ese resultado». «No habrá un Irán nuclear. Esto no sería solo una amenaza para Israel, sino para el mundo», reafirmó el mandatario estadounidense, en pose, tal si fuera el dueño del mundo.

Se cumplía así, en la primera jornada de la gira de Biden por Oriente Medio, uno de los objetivos centrales de su viaje: apuntalar una vez más a Israel y amenazar a Irán, en momentos cuando el mundo espera que Estados Unidos regrese al Acuerdo Nuclear abandonado por Donald Trump y que Biden todavía no ha dado pasos concretos para reanudarlo.

Otro objetivo de su periplo es el de unir voluntades contra Rusia en los países del Golfo, algo que, en mi opinión, no le resultó posible.   Recordemos que en estos momentos los estadounidenses sufren las consecuencias de las sanciones impuestas por su gobierno a Rusia: el récord de inflación más alto de las últimas décadas y el cuestionamiento generalizado, hasta de su propia población, por las erradas políticas basadas en amenazas, sanciones y guerras.

El índice de aprobación de la gestión de Biden cayó a niveles récords (29%) según Telesur, que cita a la empresa encuestadora, Civiqs Poll.

En cuanto a la situación en Palestina, vital para toda aproximación al contexto político del Oriente Medio, Joe Biden fue recibido en Belén por el presidente palestino Mahmud Abbas. Dos días antes el gobernante estadounidense había considerado «lejana  la posibilidad de un Estado palestino», a la vez que evitó hablar sobre un posible nuevo diálogo de paz.

Víspera de la reunión, el primer ministro palestino, Muhammad Shtayyeh, instó a Biden a cumplir sus promesas electorales y convertir las palabras en hechos sobre el terreno.

En fin, con respecto a Palestina para nada tuvo en cuenta la represión diaria que sufre ese pueblo por parte de las autoridades israelíes. Tampoco las violaciones del gobierno sionista en cuanto a los territorios ocupados, ni la situación de los millones de palestinos a los que se les niega el derecho a regresar a sus tierras de las que fueron expulsados por Israel.

Finaliza este periplo del presidente de la mayor potencia del mundo, se puede afirmar que Biden, atrapado en su propia retórica, donde abundan los «compromisos» pero no se concretan las soluciones, salió de la región del Oriente Medio sin resultado alguno que le pueda alegrar su estancia en la Casa Blanca, que se someterá a una prueba de fuego en los comicios de medio término en noviembre próximo.

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