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El aliciente de la moringa

28 de mayo de 2013

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Un corazón estropeado por dos infartos me ha incentivado el deseo de conocer más sobre el sistema alimentario para un cardiópata y en esa búsqueda de información llegué a la moringa.
A esta planta oriunda de la India y Arabia Saudita —según los autores consultados— se le conoce por muchos como el “árbol del paraíso”, otros lo llaman “el árbol de la vida”.
Después de leer sobre sus propiedades, me percato que sería superficial de mi parte si concluyera creyendo que solo es bueno para quienes padecemos del corazón. Su valor es mucho más amplio y parece seguir ganando preferencias en todo el planeta.
Si tenemos en cuenta que hay más de mil millones de hambrientos en el mundo, que los alimentos encarecen por día y que en las sociedades más desarrolladas se tira a la basura un tercio de la comida que se elabora, más nos llama la atención la perspectiva real de esta planta que también en Cuba ha comenzado a ganar terreno.
Un estudio de Lowell J. Fuglie, titulado The Mirade Tree: Moringa oleífera. Natural Nutrition for the Tropic, de mayo del 2012,  describe que el valor de las hojas frescas de moringa, comparado con comidas comunes posee 4 veces más vitamina A que la zanahoria; 7 veces más vitamina C que las naranjas; 4 veces más calcio que la leche; 3 veces más potasio que el plátano; 2 veces más proteína que el yogurt.
La propia investigación refiere que las hojas secas de moringa tienen 10 veces más vitamina A que la zanahoria; 17 veces más calcio que la leche; 15 veces más potasio que el plátano; 25 veces más hierro que la espinaca y 9 veces más proteína que el yogurt.
Son muchos los países, fundamentalmente del llamado Tercer Mundo donde el uso alimentario de la moringa no solo es parte de una dieta sana para las personas, sino también es garantía de subsistencia y desarrollo de la ganadería.
En África, según la BBC, la moringa forma parte de la alimentación de niños y mayores afectados por grandes sequías que producen hambruna.
El relato de la citada agencia de prensa inglesa recoge que en el orfanato Reo, en Sanguié, al suroeste de Burkina Faso, la moringa es fundamental en el menú de los menores.
Allí se le llama el “árbol del paraíso”, porque gran parte de la planta es comestible. Sus hojas son ricas en vitaminas A, B y C. Marie Bassole, enfermera y directora del orfanato, dice que los niños que la comen tienen menos posibilidades de sufrir de desnutrición.
“Hay una gran diferencia entre los pequeños que se alimentan con esa planta y los que no. Además, las personas que contraen malaria se curan antes si la moringa es parte de su dieta”, especifica la profesional de la salud.
La propia agencia refiere que en Barbouli, en el noroeste de Burkina Faso, hay un centro de alimentación de emergencia. En esa región, la desnutrición afecta al 40% de la población rural que vive en condiciones de pobreza.
Las familias se quejan de las malas cosechas y cuentan cómo ellos y sus hijos tienen que sobrevivir con sólo una comida al día.
Hay países en esta área de Africa donde durante la temporada de sequía se depende en un 80 a 90% de los alimentos de los árboles, entre ellos la moringa.
Vale la experiencia para un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, los altos precios de los alimentos y el consiguiente deterioro del nivel de vida de las poblaciones más pobres.
La moringa parece ser un aliciente en la batalla por una alimentación más sana y sustentable.

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