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Vargas Llosa y las elecciones en Colombia

21 de junio de 2022

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Estaba en Lima, de paso hacia Chile donde cubriría como periodista el cambio de gobierno —al menos de manera oficial— de la dictadura de Augusto Pinochet a la democracia de Patricio Aylwin, cuando las calles de la capital peruana eran estremecidas por cornetas de autos y ómnibus, camiones con personas que portaban pancartas y un ensordecedor audio. Pronto me percaté que se trataba de una caravana movilizadora para pedir el voto por Mario Vargas Llosa, para la presidencia de Perú.

Tras los comicios, el intelectual con ínfulas de presidente, conocía del resultado adverso para él y el triunfo de otro personaje de los muy recordados —para mal— en la vida de ese país: Alberto Fujimori, mandatario de esa nación entre el 28 de julio de 1990 hasta el 21 de noviembre del año 2000.

Entonces, —me explicaron algunos colegas peruanos— el escritor devenido en político, decía arropar algunas de las demandas de la izquierda, no porque se identificara con esa corriente de pensamiento, sino por su afán de atrapar los votos de quienes se sentían frustrados por el devenir neoliberal que ya hacía mellas en la población de la nación andina.

Luego, en Chile, me encontré con un panorama tenso, en el que, aunque había resultado victorioso el candidato de la democracia   —como se le llamó a Aylwin—, el legado de Pinochet, estaba cimentado en todas las estructuras de gobierno del país y, principalmente, en las fuerzas armadas y los carabineros, sostén militar y represivo que extendió sus tentáculos hasta nuestros días.

Pero no es de las elecciones peruanas o las chilenas de las que quiero comentar. El preámbulo lo quiero vincularlo con las actuales elecciones en Colombia y el triunfo del candidato de izquierda, Gustavo Petro.

Una vez conocida la victoria de Petro, el citado escritor peruano se apresuró a calificar negativamente los comicios y asegurar que «los colombianos votaron mal», a la vez que dijo «esperar que Gustavo Petro sea un accidente enmendable y corregible».

Antes, desde su especie de «refugio» político en Madrid, desde donde arremete contra todo lo que sea izquierda y movimientos populares en América Latina, se había pronunciado favorable al ahora candidato perdedor Rodolfo Hernández.

Aunque algunos medios internacionales refieren que lo de Vargas Llosa es «frustración» por nunca haber llegado a presidente en Perú, lo real es que su intromisión en asuntos de política, lo descalifican y hasta hacen pensar en una recomendación para el citado personaje: trata, si te queda tiempo, de reencontrarte con tus años de buena literatura, sin inmiscuirte en temas y proyecciones políticas, en las que siempre has salido derrotado.

Entre sus últimas intromisiones políticas, pueden citarse su apoyo al panista Ricardo Anaya, en México, contra el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador;  en las argentinas de 2019, cuando respaldó al derrotado Mauricio Macri; en las de Bolivia, cuando se decantó por Carlos Mesa; en las de Chile de 2021, cuando afirmó que ganaría José Antonio Kast, e incluso en las propias elecciones presidenciales de Perú, también en 2021, cuando respaldó a Keiko Fujimori.

En todas sus apuestas, Vargas Llosa ha sido un perdedor y sería lamentable que fuera más recordado por sus desmanes, que por su buena literatura. ¡Qué pena!

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