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La horma de su zapato

19 de enero de 2022

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Finalmente, todo indica que la agresiva y expansionista Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) parece haber encontrado “la horma de su zapato”, o sea, una agrupación de países aliados y organizados mediante el correspondiente tratado de amistad, cooperación y ayuda mutua –con derecho legitimado por la Carta de Naciones Unidas y la legislación internacional vigente– que es capaz de actuar de manera rápida, decidida y adecuada en la defensa de sus integrantes y en la preservación de su soberanía, integridad y paz interna cuando esta se ve amenazada y agredida de manera violenta por parte de un enemigo exterior con ramificaciones internas, previamente establecidas de forma ilegal, con el propósito de entrar en acción simultánea con las fuerzas venidas del exterior en el momento preciso.

Ni más ni menos fue lo ocurrido en Kazajastán, motivando la acción solidaria de los países aliados que forman la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), extendida en una región del espacio euroasiático ex soviético, históricamente codiciado por el imperialismo norteamericano y los viejos colonialismos europeos mediante aventuras fallidas y dirigidas a alterar no solo el escenario geopolítico sino también encaminadas a apoderarse totalmente de las vastas riquezas naturales de esa zona. Esa es la historia, desde Napoleón hasta Hitler, que ahora trató de ser revivida mediante una de las llamadas “revoluciones de colores”, que resultaron viables en otros momentos, otros escenarios y otras circunstancias mundiales.

Esta vez la apuesta imperialista fue más riesgosa pero el apetitoso bocado bien lo valía: Kazajastán comparte más de siete mil kilómetros de frontera con Rusia y casi dos mil con China. No hay que ser un especialista para darse cuenta de lo que representaría ese inmenso y rico país en manos de quienes buscan desesperadamente la desestabilización, el desgaste y la humillación tanto de Rusia como de China y hoy están enfrascados de lleno en ese empeño.

Al parecer dudaban de la rápida y precisa decisión conjunta de Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kirguistán, Tajikistán y Uzbekistán que –unidos a la propia Kazajastán– pusieron en vigor el artículo 4 del tratado de seguridad colectiva y lo cumplieron por vez primera  pero de forma rápida y precisa, al acudir al llamado del presidente kazajo Kassim-Yomart Tokaev.

Los sucesos de Kazajastán no sin razón sorprendieron a muchos, pues se trata de un país cuya población ha alcanzado un aceptable nivel de vida generalizado, no ha vivido graves inquietudes políticas desde que proclamó su independencia hace treinta años y alcanzó un Producto Interno Bruto de casi 200 mil millones de dólares, como un importante productor de petróleo y gas natural.

La subida del precio de los combustibles se utilizó como pretexto para echar a andar un plan ya elaborado y en espera del momento oportuno, que esta vez costó 164 muertos y casi mil heridos entre los 20 millones de habitantes del pueblo kazajo –cuyos soldados fueron de heroísmo ejemplar durante la Gran Guerra Patria– dentro de una superficie de dos millones de kilómetros cuadrados.

Aún sin ser aludidos directamente y sin enfrentamientos, el gobierno de Estados Unidos y su OTAN recibieron un mensaje para no olvidar.

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