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Edificio de la calle Mercaderes No. 268

24 de mayo de 2013

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Mercaderes e/ Teniente Rey y Amargura
Antes: comercio, almacén y vivienda
Hoy: comercio y viviendas


A finales del siglo XIX fue reconstruido el edificio colonial que ocupó esta parcela, mostrándose como hasta hoy de dos plantas con cuartos en la azotea;  era propiedad del señor D. Martín Antonio de Aramburu y Veytía, quien la dejó en usufructo a sus familiares para que la disfrutaran en vida, y una vez fallecidos fue entregada a los Padres del convento de Nuestra Señora de Belén, pasando luego a la Venerable Orden Tercera de San Francisco, por estar inscrita a favor de la Obrapía fundada por su propietario. Más tarde se nombró Patrono de la referida “Obrapía de Aramburu” al Sr. Melchor Gastón y Montalvo, natural de Cartagena de Indias, propietario y vecino de esta ciudad, quien estuvo a cargo del correcto cumplimiento de la misma durante mucho tiempo.
En 1933 el patronato pasó al Sr. Antonio Fernández y González, quien fungía además como Ministro Venerable de la Tercera Orden de San Francisco; este dio en arrendamiento el edificio a la Sociedad Mercantil Regular Colectiva de “Pomar y Chao”, representada por su gerente Gerardo Pomar y San Pedro, en el contrato quedó estipulado que la sociedad arrendataria podía subarrendar en todo o en parte esta casa, teniendo a su cargo las reparaciones menores que pudieran realizarse en esta y las que ordenara el Departamento de Sanidad, así como todas las mejoras que quedarían a favor de la Obrapía de Aramburu como propietaria de este inmueble.

El paso del tiempo y las disímiles funciones establecidas en sus locales vinieron aparejas de reformas y transformaciones que alteraron la apariencia original del inmueble. El edificio funcionó como comercio y almacén indistintamente en planta baja, mientras que los altos se destinaron a viviendas por arrendamiento para familias de menores recursos. En la década del ’60 quedó desempeñando como almacén, convertido en vivienda de múltiples familias en sus dos niveles altos.


Este inmueble alcanzó un alto grado de deterioro y en los años ’90 del pasado siglo se recuerda su apariencia ruinosa y el árbol de Yagruma que desafiaba altura nacido en un extremo del balcón del primer piso. Los trabajos de reanimación llevados acabo en la calle Mercaderes por la Oficina del Historiador llegaron a este inmueble y se intervino rehabilitando la fachada que adquirió nuevamente su antigua apariencia, caracterizada por la sobriedad y simetría en ambos niveles, con vanos uniformes que se repiten en ambas plantas. En la actualidad las accesorias de los bajos están ocupadas por comercios de artesanos.

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