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Agitando la olla del extremismo

20 de octubre de 2021

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Aunque se dice ahora que el bombardeo por aviones estadounidenses a Somalia es el primero autorizado por el gobierno de Joe Biden, lo cierto es que estos ataques comenzaron hace dos meses ante el avance de las fuerzas irregulares de una entidad creada por el propio imperialismo, Al Shabaab, a la cual se le sindica como terrorista y aliada de Al Qaeda –presunta autora de los atentados del 11 de septiembre–, también con ramificaciones no ajenas a la inteligencia occidental e israelí.

O sea, que, en Somalia, Estados Unidos está bombardeando a los mismos “terroristas” que creó.

Las propias fuentes occidentales admiten que la intromisión estadounidense y británica transformó a Al Shabaab en un grupo extremista, lo que avivó la crisis humanitaria que persiste en todo el país.

La razón oficial proporcionada por el Pentágono fue que el Ejército Nacional de Somalia necesitaba apoyo aéreo en sus operaciones para contrarrestar a Al Shabaab, pero lo real es que Somalia es geoestratégicamente importante para el Imperio.

Así, desde julio, la administración Biden retomó las operaciones que había dejado Trump y comenzó a bombardear a un país con una tasa de pobreza del 70%.

Las sucesivas administraciones estadounidenses han recurrido a excusas para bombardear el país o armar a sus dictadores: política de la Guerra Fría, “intervención humanitaria”, antipiratería y, más recientemente, contraterrorismo.

A mediados de la década del 2000, una coalición de islamistas que no eran aliados de Al Qaeda en ese momento, trajo algo de paz a las áreas de Somalia que controlaba, pero con la ayuda de Gran Bretaña y aliados africanos, Estados Unidos aplastó al grupo y esto llevó a un crecimiento de la militancia de Al Shabaab.

Desde que se fusionó con Al Qaeda, Al Shabaab ha ampliado su alcance, enviando presuntamente terroristas suicidas a países vecinos, incluida Kenia.

Se podría decir que Biden no ha aprendido lecciones después de décadas de interferencia en Somalia. Pero esto sería inexacto. Las sucesivas administraciones estadounidenses entienden perfectamente que agitar la olla del extremismo les da un sinfín de excusas para ocupar otros países.

El Pentágono está comprometido con la dominación global, Somalia es un punto estratégico y el Departamento de Defensa necesita razones para mantener su presencia en el país.

 

MOTIVOS

Estados Unidos creó Al Shabaab de varias formas. En primer lugar, intensificó las tensiones entre islamistas y no islamistas al respaldar a los “señores de la guerra” seculares a mediados de la década del 2000. Esto empoderó a los islamistas de derecha.

En segundo lugar, y lo más importante, Washington respaldó la invasión de Etiopía a fines del 2006, lo que provocó una catástrofe para la población civil, por lo cual una gran parte dio la bienvenida a los musulmanes de línea dura, porque impusieron cierto grado de ley y orden.

En tercer lugar, al pintar a la nación nómada e islamista de Somalia como un centro del extremismo salafista de derecha, los políticos occidentales y los propagandistas de los medios crearon una profecía autocumplida: los fundamentalistas musulmanes finalmente se unieron a los grupos terroristas de los que ya estaban acusados ​​de formar parte.

En cuarto lugar, para un país supuestamente preocupado por el terrorismo internacional, Estados Unidos no ha hecho nada para frenar a uno de sus aliados más cercanos, el Reino Unido, cuyos sucesivos gobiernos han protegido a varios extremistas islámicos que reclutaron para Somalia.

En fin, ello no hace más que subrayar que con esos bombardeos de la actual administración, se agita aún más la olla del extremismo.

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