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Aniversario 95 del Ciclón del Veintiséis

19 de octubre de 2021

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Este intenso sistema ciclónico ha demandado gran interés en la historia meteorológica de Cuba. Queda claro que de haber cruzado sobre Pinar del Río, Villa Clara o Guantánamo, su dimensión mediática y cultural no hubiera resultado tan notoria como la que le confirió su impacto en La Habana.

Surgió el 14 de octubre de 1926, en una zona de bajas presiones preexistente en el golfo de Honduras. Los reportes de mal tiempo transmitidos por los buques que navegaban en esa zona, resultaron esenciales para que los meteorólogos identificaran el disturbio y dieran la alerta temprana. Aquella coincidencia resulta obvia; se trataba de barcos que iban o venían en tránsito por el canal de Panamá, casi todos con barómetros y transmisores radiotelegráficos a bordo.

Por otra parte, Cuba contaba con dos glorias de la ciclonología tropical, José Carlos Millás en el Observatorio Nacional, y Mariano Gutiérrez-Lanza, S. J. en el Observatorio de Belén. Gracias a ellos, los avisos fueron puntuales, oportunos y eficaces.

En la noche del 19 y la madrugada del 20 de octubre el huracán arrasó a Isla de Pinos. No hay adjetivos para describir lo que se siente cuando un huracán de categoría SS-4 azota en medio de la oscuridad. Seguidamente, el sistema continuó con rumbo medio al norte-nordeste, afectando a las actuales provincias de Artemisa y Mayabeque, y después a La Habana. A las 10:35 a.m., la plumilla del gran barógrafo Richard, del Observatorio Nacional, llegó al mínimo: 700 mm de mercurio. Millás describe una racha continua. Era que estaban en la tangente de la pared del ojo.

 

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Fueron notables la destrucción por el viento, las mareas de tormenta y las intensas lluvias. Naufragaron un sinnúmero de embarcaciones. Miles de viviendas fueron derribadas. Decenas de personas desaparecieron y muchos cadáveres fueron devueltos hacia las costas al cesar las marejadas. En Surgidero de Batabanó la surgencia alcanzó tres metros de altura. Asociadas a la circulación del meteoro se reportaron dos tormentas severas, con caída de granizo y un tornado.

Los daños en las líneas de transmisión de energía, telefonía, y redes de gas y agua fueron muy costosos para La Habana. El arbolado del Paseo del Prado, la Plaza de la Fraternidad y otros lugares, cayó al suelo.

 

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Más allá de las variables, el Ciclón del Veintiséis tuvo un elevado impacto social en Cuba, tanto que resulta por antonomasia un referente del huracán y el desastre. Noventa y cinco años después (2021), sus huellas aún trascienden en diversas expresiones al ámbito cultural.

Un efecto singular del viento característico en los huracanes de gran intensidad, dio motivo a la foto más célebre de la historia meteorológica de Cuba. El clisé muestra una palma en Surgidero de Batabanó, cruzada por un madero. Según se dice, la imagen inspiró al trovador Sindo Garay en una de las páginas más hermosas y recordadas de nuestra música tradicional. Su letra y su melodía eran invariablemente enaltecidas por Eusebio Leal, el eterno historiador de la Ciudad, extrapolando en ellas el símbolo y la verdad, una espada o una cruz hincada en la tierra.

 

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Con el tiempo, la efeméride del célebre huracán del Veintiséis vino a coincidir, desde 1980, con el Día de la Cultura Cubana, enlazándose así la gloriosa Bayamesa con el hermoso canto al Huracán y la Palma.

¡Enigmáticas Convergencias de la historia!

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