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El contexto argentino

28 de septiembre de 2021

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«Sé que gobernar no es fácil, y en Argentina menos todavía» ha escrito la actual vicepresidencia de ese país, Cristina Fernández de Kirchner, quien durante dos períodos consecutivos dirigió los destinos de la nación, y ahora analiza crudamente lo que en su opinión ha sido la causa fundamental de la derrota electoral del oficialista «Frente de Todos» en las elecciones primarias recién celebradas.
Y he querido comenzar por esta idea, a la hora de analizar someramente lo ocurrido y el sabor amargo que ha dejado esta cita con las urnas.
En mi opinión, lo más inadmisible es que la coalición gobernante «Frente de Todos» solo logró el 31 % de los votos a nivel nacional, mientras la coalición de centro-derecha «Juntos por el cambio», del expresidente Mauricio Macri (2015-2019), se hizo con el 40 % de los sufragios.
Asumir esta realidad puede hacernos pensar que se ha borrado entre muchos argentinos una memoria histórica muy reciente, cuando precisamente Macri, hundió la economía de ese país y la subordinó totalmente al Fondo Monetario Internacional, del cual recibió un préstamo de unos 44 000 millones de dólares, a cambio de cumplir medidas neoliberales y eliminar programas sociales que beneficiaban a la población.
No resulta descabellado el planteamiento de que Argentina se enfrenta actualmente a dos pandemias: la de la grave crisis económica en que la dejó el gobierno macrista y la de la covid-19, aun sin controlar y que ha dejado hasta este 17 de septiembre, 5.237.159 contagios y 114.286 muertes.
La nación sudamericana tienen otros índicadores negativos como, el de elevados índices de pobreza (42 %), desempleo (10 %), inflación (32 % de enero a agosto) y una deuda de 44 000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que mucho pesa sobre las espaldas de los argentinos.
Se suma a este panorama la acción contra el gobierno peronista que asumen las agrupaciones opositoras y los monopolios de la comunicación, que han ido aportando tensiones a parte de una población que no ha podido ver satisfechas sus esperanzas y promesas, una vez concluida la penosa etapa del gobierno de Mauricio Macri.
En un panorama como el actual, añadir nuevos ingredientes, incluso de desavenencias entre el presidente y la vicepresidenta, constituyen caldo de cultivo para algo tan peligroso como la división entre sectores de la izquierda vinculados a uno u otro dirigente.
Cristina en su misiva al mandatario, señala que «creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales».
No obstante, concluye su misiva con un llamado a la confianza y dice: «Confío, sinceramente, que con la misma fuerza y convicción que enfrentó la pandemia, el presidente no solamente va a relanzar su gobierno, sino que se va a sentar con su Ministro de Economía para mirar los números del presupuesto».
Dos días después, este 18 de septiembre, el presidente Alberto Fernández, había analizado el revés electoral y anunció la restructuración de su gobierno, medida encaminada, entre otras cosas, a ganar la confianza para emprender la gran batalla que constituyen las elecciones legislativas del domingo 14 de noviembre, para la renovación parcial del Congreso.
Unir voluntades, limar asperezas y corregir lo que sea necesario, podría ser el camino en un país donde nunca podría ser el macrismo y el neoliberalismo salvaje, la solución a sus problemas.
Y eso, bien que lo conocen los sectores identificados con las verdaderas necesidades del pueblo, más aún, cuando desde el poder que ocupan en la actualidad, se hace más viable el desbroce en este camino.

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