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Ultraderecha respira en Finlandia

6 de agosto de 2021

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El avance de la ultraderecha en Finlandia ha dado un aliento a la reacción política europea, que aún no encuentra el camino para llegar al poder en países del llamado viejo continente, lo cual ha provocado que entidades de esa tendencia, como la española Vox, se proyecte hacia Latinoamérica, con un apoyo millonario de dudosa procedencia y figuras de la élite intelectual, algunas de las cuales han traicionado sus inicios en la izquierda.

La realidad es que Vox en Europa tiene un papel reducido y poco protagonista. Allí existen grandes ultraconservadores como Víctor Orbán o personalidades carismáticas como Marine Le Pen o Giorgia Melorni, con más influencia o perspectivas de futuro más halagüeñas que las de Vox, donde el reparto de la tarta puede llegar a ser demasiado reducido para sus aspiraciones.

Por ello, la formación ultraderechista decidió viajar a América Latina, donde podía usar los lazos culturales para ser un puente entre los conservadores americanos y europeos.

Además, también en un sentido bastante clasista y colonial, la formación podría subrogarse la representación de América Latina ante los conservadores estadounidenses, una misión que quedo en “stand by” tras la derrota de Trump, pero que seguro, como muestran los últimos tiempos, tendrá buena acogida en la actual administración norteamericana.

En cuanto a Finlandia, el ultraderechista Partido de los Finlandeses, anteriormente conocido como Verdaderos Finlandeses, obtuvo un 14,5% de los votos durante las elecciones municipales de Finlandia, que lo sitúa a la formación populista como cuarta fuerza política y al borde de ser tercera, tras experimentar una subida del 5,6% y superar a la Liga Verde, que cae un 2,1%. Así, la extrema derecha pasa de 770 a 1 350 concejales.

Esa agrupación destacaba en sus inicios por la defensa de políticas de izquierdas, sobre todo en lo referente a los servicios públicos y la defensa del llamado Estado del Bienestar Nórdico, mezclado con un ultranacionalismo, autoritarismo y ultraconservadurismo, recordando vagamente al Frente Nacional (hoy Agrupación Nacional) de Francia.

Tras la crisis del 2008, pasaron del 4,05% de los votos al 19,05%, manteniendo resultados similares desde entonces. En el 2015, entraron en el gobierno luego de una coalición con el Partido de Coalición Nacional y el Partido de Centro. A partir del 2017, con la llegada al liderazgo de Halla-aho, se dejan definitivamente a un lado los pocos postulados izquierdistas y se adopta una agenda reaccionaria más propia de la nueva derecha radical.

Así, el discurso de la extrema derecha en Finlandia se centra en el supremacismo étnico, el rechazo a la inmigración y a las personas migrantes, oposición a los derechos de las personas LGTB, oposición al proyecto de la Unión Europea y el ataque a partidos e ideas de izquierdas, con un fuerte componente antifeminista y anticomunista. El partido se unió a Identidad y Democracia, el grupo parlamentario europeo donde se reúnen buena parte de los partidos ultraderechistas europeos como Alternativa para Alemania o Agrupación Nacional.

El discurso de odio de Halla-aho y sus ideas extremistas llevaron a que Petteri Orpo, entonces primer ministro, anunciara la ruptura del pacto de gobierno con ellos, utilizando el llamado “cordón sanitario”, una suerte de acuerdo típico en países como Francia o Alemania para dejar a la extrema derecha fuera de puestos de poder.

Durante la campaña de las elecciones municipales, se centró en acusar al gobierno de dar prioridad a las ayudas a inmigrantes en materia de vivienda y de educación, amén de otras acusaciones relacionadas con la inmigración y con la gestión de la pandemia. Sin embargo, los datos de analistas y verificadores de información han desmentido varias veces sus afirmaciones.

Y a pesar de la alerta, las fuerzas democráticas no han podido detener el incesable avance de la ultraderecha en Finlandia.

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