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Colombia y Cuba coproducen: el intimismo de una confesión

5 de julio de 2021

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Confesión a Laura (1990)

 

Que un grupo de personajes atrapados en una coyuntura histórica determinada experimenten modificaciones en sus actitudes y formas de enfrentar la vida y sus destinos, ha sido tema recurrente en numerosos filmes de diversa procedencia. Dentro de estos parámetros se inscribe el guion concebido por Alexandra Cardona Restrepo para Confesión a Laura (1990), primer largometraje de ficción realizado por el productor colombiano Jaime Osorio Gómez (1947-2006) y una de las coproducciones más relevantes del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos con la cinematografía latinoamericana, en unión de Televisión Española, S.A.

En la urdimbre dramática el matrimonio formado por Santiago y josefina, junto a su vecina Laura, se convierten en Bogotá, la capital colombiana, a lo largo de un tenso día, en protagonistas de un argumento en el cual el hecho histórico asume la connotación de detonante. Transcurre el 9 de abril de 1948, fecha del asesinato del político y jurista Jorge Eliécer Gaitán, líder liberal y candidato a la presidencia de la república. La existencia rutinaria de esos seres corrientes es alterada por la incertidumbre y la conmoción que alcanza la propia calle que separa los edificios donde habitan y las estremecedoras detonaciones. Durante su forzosa permanencia en el apartamento de la solterona Laura, con quien establece un sensible contacto, el empleado público avasallado por una esposa autoritaria, exterioriza por vez primera sus auténticos sentimientos y emociones. En los diálogos afluyen anhelos y frustraciones de estas dos personas impelidas a hallar la liberación de su verdadero yo.

Predomina el tono intimista en esta mutua confesión y la realidad exterior incide como referencia determinante. Un conflicto de esta naturaleza, por su universalidad, posibilita su ubicación en cualquier contexto y época, y es objeto de un meritorio tratamiento por la guionista, si bien, por momentos, se percibe cierta teatralidad por la profusión de diálogos y la progresión dramática tiende a dilatarse.

 

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Confesión a Laura (1990)

 

Filmada íntegramente en La Habana entre diciembre de 1989 y enero de 1990, el realizador, con el decisivo aporte del director de fotografía Adriano Moreno (1945-2017), aportado por el ICAIC, consigue reproducir fidedignamente la atmósfera bogotana con una precisa iluminación. Para difuminar y atenuar el impacto directo de la llamada luz cubana, que difiere de la de Bogotá, fue necesario colocar telas de un lugar a otro de la calle en la cual se filmó en La Habana Vieja, donde aún existen edificios de la época en que se desarrolla la película, lamentablemente desaparecidos en la urbe bogotana. La habitual pericia del editor cienfueguero Nelson Rodríguez (1938-2020) contribuye al ritmo pretendido. Gustavo Londoño, María Cristina Gálvez y, sobre todo, la reputada actriz Vicky Hernández (Laura), confieren verosimilitud a los roles asumidos en una notable labor de conjunto. La contribución cubana incluyó también al veterano productor Miguel Mendoza, al no menos experimentado Eduardo Arrocha en el diseño de la escenografía y el vestuario, y el compositor Gonzalo Rubalcaba, quien incorporó su música a la banda sonora.

Confesión a Laura, estrenada el 6 de diciembre de 1990 en el cine Yara dentro de la Sección Oficial en Concurso del xiii Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, recibió el Premio Especial del Jurado en la categoría largometraje de ficción y le otorgaron el Coral a la mejor actuación femenina a Vicky Hernández. La crítica especializada de su país, donde obtuvo gran resonancia popular, considera esta película entre las mejores en la historia del cine colombiano.

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