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Julián del Casal fiel denuncia ante el tiempo que vivió

1 de marzo de 2013

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“… en América está ya en flor la gente nueva, que pide peso a la prosa y condición al  verso, y quiere trabajo y realidad en la política y en la literatura”.

Así escribió José Martí en su trabajo Julián del Casal, publicado en las páginas del periódico Patria el 31 de  octubre de 1893, cuando el poeta falleció, sin aún conocerlo personalmente a aquel que con presencia elegante y concisa logró tallar desde su sentimiento personal los juicios de los criollos.
El cubano fue un personaje propio del modernismo con sus trazos de nostalgias, pero donde la evasión se transformó en equilibrio sugerente y bello para dar a conocer de forma fiel, sin restarle belleza al medio social donde vivió. Para el poeta el futuro dejó abierta sincera al lograr describir su tiempo desde la filosa pluma no de un observador pasivo, sino de un ser social activo y pleno que vivió con honra y lucidez tanto en la poesía como en la prosa con idéntica calidad y altura que el tiempo no permitirá que sucumba ante el olvido.
Como todo ser recibió obvias influencias extranjeras, pero fue capaz al mismo tiempo de alcanzar una expresión de renovación de tal altura, que su giro descriptivo o la sugerencia ambiental lo precisan como una de las voces más originales además cimeras de la poesía cubana decimonónica. Su obra completa es el mejor de los ejemplos.
El Maestro lamentó no haberlo conocido personalmente a quien murió pobre en medio de un país que era suyo pero se le agriaban las energías de su amor por Cuba. Vivió un tiempo en que se desconocía lo cubano por la humillación de una tierra sometida por las fuerzas del colonialismo. Pero en lo ritual de su obra brilló la conciencia nada oculta de su querido mundo cubano y universal, que en su Páginas de vida afirmó:
“sé que ves en el mundo cosas pequeñas/ y que por algo grande siempre suspiras, / más no hay nada tan bello como lo sueñas,/ni es la vida tan triste como la miras…”
El poeta que además dejó memorables páginas en el periodismo de su época entregó sus versos para la emoción del futuro como una sencilla obra que lo honra y lo engrandece en el tiempo actual porque aún vive a despecho de épocas que no conoció. Especialmente para la pluma del Maestro le permitió universalizar  a éste de forma sencilla el lugar de la poesía, que en su trabajo homenaje al bardo en Patria afirmó.
“El verso… ha de ir sonando y volando. El verso, hijo de la emoción, ha de ser fino y profundo, como una nota de arpa. No ha de decir lo raro, sino el instante  raro de la emoción noble o graciosa…La poesía vive de honra” Y agregó “Quedan sus versos. La América lo quiere, por fino y sincero…”

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